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domingo, 28 de abril de 2013

Capítulo 4: Peter no es normal



—¡Mamá!

 —¿Lali?

 —¡Ya estamos en casa! ¡Tengo una sorpresa!

 Se oyeron los pasos presurosos de la madre corriendo por el pasillo. Su acalorado rostro asomó por el marco de la puerta del recibidor.

 —¿Le ha pasado algo a nuestro Peter? —preguntó con la mano en la zona del corazón mientras respiraba sofocada.

 Lali resopló.

 —¿Nuestro Peter? No, desgraciadamente no le ha pasado nada. Sigue aquí, tan idiota como siempre —añadió señalando al rubio, que, demasiado ocupado con la vista fija en el nuevo miembro de la casa, no tenía oídos para nada más—. ¡He recogido a un perrito!

 —¡Eso es fantástico! ¡Hacía tiempo que no teníamos animales en casa, ya era hora! —gritó la madre.

 Peter sonrió ligeramente y, acercándose a Lali, le susurró al oído:

 —Ah, ¿no? ¿Y tú hermano qué es?

 —¡Cállate, tú aquí no tienes ni voz ni voto! —exclamó al tiempo que le propinaba un codazo.

 —Lali, no le hables así a nuestro invitado —le reprochó la señora Esposito, que ahora acariciaba las orejas del perro—. Bueno, tendremos que buscarle un nombre.

 Peter alzó una mano deseoso de dar su opinión.

 —¿Pulga? ¿Apestoso? —preguntó sonriente.

 —Oh, no, Peter cariño… —Se llevó un dedo al mentón en actitud pensativa—. Podríamos llamarle…

 —¡Hostia, qué es eso! —gritó Vico, que a causa del alboroto había acudido al lugar de reunión familiar.

 «Estúpido, mira que no saber lo que es un perro…», pensó el inglés, con la vista fija en las rastas del recién llegado.

 —Lo he encontrado en el bosque —explicó Lali orgullosa.

—… revolcándose en un charco de barro —añadió Peter.

 —¡Joder! Pues para ser de la calle… está bastante limpio, ¿no? —repuso el hermano mientras achuchaba al animal.

 Peter se acercó de nuevo a Lali, inclinándose ligeramente.

 —Dime que eso ha sido una ironía o me muero.

 Lali le ignoró. Todos dejaron de lado al estudiante de intercambio para centrarse en el nuevo miembro de la familia.

 —¡Ya sé cómo vamos a llamarle! —Vico alzó las manos, feliz—. ¡Whisky!

 —¿Y por qué no Ballantines, Ponche o JB? —preguntó Peter intentando no reír—. También son muy bonitos —añadió con inocencia.

 Lali le dirigió una mirada de reproche, repiqueteando con el pie en el suelo, de brazos cruzados.

 —Me recuerdas a mi abuela —objetó él tras evaluarla—. Aunque, creo recordar, ella tenía la piel más tersa. A los ochenta —añadió.

 —¡Cierra la boca! Tú no tienes derecho a opinar en este asunto.

 —Lali, cielo, deja que él también participe —la regañó su madre mientras acariciaba al perro, que estaba en los brazos de Vico—. Ahora es parte de la familia.

 Peter sonrió triunfal.

 —Eso, ahora somos familia, Lali. —Y le dio un codazo, con una sonrisilla traviesa surcando sus labios.

 Ella le perforó con la mirada, sintiendo un electrizante cosquilleo de terror ante la idea de compartir parentesco con aquel enfermo. Suspiró resignada.

 —Mejor me callo —concluyó.

 —Sí, esa ha sido una de las mejores decisiones que has tomado —corroboró él.

 Lali se esforzó por no contestarle. Le agradó que su madre pareciese encantada con el animal, pues tenía la firme determinación de quedárselo. Lo habría hecho igualmente, pero que el perro fuese una molestia para Peter reforzó su postura.

 —¿Cómo se llamará finalmente? —preguntó Lali.

 —Ya te lo he dicho —se quejó Vico, que siempre hablaba arrastrando las palabras como si estuviese agotado de vivir—. Se llama Whisky.

 Peter alzó una mano, divertido.

 —Déjame decirte que me parece un nombre perfecto —apuntó—. Es didáctico, original y muy… educativo.

 Vico no pilló ninguna ironía, y tras estrechar al inglés en un fortuito abrazo, palmeándole la espalda, exclamó:

 —¡Este es de los míos!

 Peter logró liberarse del mendigo poco después, exhausto. Y supo que lo primero que haría —incluso antes de limpiar su pisoteado zapato— sería darse una ducha, con gel exfoliante incluido.

 —Señora Esposito, ¿le importaría disculparme? Quisiera darme una ducha rápida —pidió educadamente.

 Ella le sonrió con ternura.

 —¡Claro que sí, cariño! —exclamó—. Las toallas limpias están en el mueble de abajo —le indicó.

 —No se preocupe, traigo mi propio juego de toallas de rizo y algodón puro, cien por cien natural —sonrió tímidamente—. Es que, ¿sabe?, tengo la piel muy sensible.

 Lali rió a carcajada limpia y apoyó una mano en el hombro de la señora Esposito, balanceándose ligeramente.

 —¡Dios, mamá! ¿Dónde encargaste a este engendro?, ¿en eBay?

 Y volvió a reír. Vico miró con curiosidad a Peter, que parecía sumergido en un estado de profunda reflexión.

 —¿Cómo se juega a las toallas? —preguntó el indigente, deslizando una rasta entre sus rudos dedos.

 —¿Eh? —Peter comenzó a plantearse la posibilidad de recurrir al suicidio como vía de escape—. No existe ningún juego de toallas, tan solo son un conjunto de ellas, todas del mismo modelo, ¿entiendes? —le aclaró.

 Lali negó con la cabeza ante el comentario de su hermano mayor. Ciertamente, de seguir así, sus padres comenzarían a sospechar sobre si realmente estudiaba o se pasaba el día haciendo el golfo. Y, teniendo en cuenta el pacto acordado, mejor sería no dar demasiados indicios de estupidez o el analítico Peter podría descubrirlo pronto.

 Peter no tardó demasiado en escabullirse hasta el baño. Se aseguró de colocar bien el pestillo de la puerta, deseoso de tener un poco de intimidad. Apenas llevaba un día allí, pero se sentía como si le hubiesen dado una brutal paliza. Discutir con Lali resultaba agotador, la chica basurera era más ingeniosa de lo que había pensado en principio. ¡Y ni qué decir del hermano! A Peter le había fascinado aquel nuevo espécimen, jamás había conocido nada igual. El desastroso estilo de vida de América se le antojaba terriblemente extraño. Él estaba acostumbrado a su perfecta vida en Inglaterra, viviendo en una lujosa mansión en la mejor urbanización de Londres, acudiendo cada día a la escuela más prestigiosa de la ciudad.

 Peter nunca había tenido necesidad de hacer la colada ni tampoco de prepararse el desayuno cada mañana. Para esos quehaceres cotidianos sus padres pagaban a un mayordomo profesional que, sin bien se desenvolvía extraordinariamente en su trabajo, jamás hablaba ni opinaba; era como una estatua que se encargaba sigilosamente de que todo estuviese en el más absoluto orden. Y así se había criado: entre los trabajadores del servicio doméstico, que estaban a sus órdenes, camisas planchadas minuciosamente y cabellos engominados hasta la excentricidad. Así pues, pasar aquel mes en el nuevo continente era el reto más difícil que había tenido que afrontar en toda su vida.

 Sonrió débilmente cuando el agua caliente se deslizó por su rostro, despejándole un poco tras el agonioso día en la casa del terror. No estaba muy seguro de cuánto tiempo duraría allí sin volverse loco. Intentó no pensar en ello, concentrándose en exfoliar al máximo su piel, restregándose con ahínco con una esponja rasposa. Cuando terminó, sintiéndose satisfecho tras la detallada limpieza diaria, se cobijó en su albornoz y poco después se vistió con el pijama de raso gris que su madre le había comprado específicamente para el viaje. Suspiró cohibido y abrió la puerta del baño despacio, temeroso de lo que pudiera encontrarse fuera.

 Lali, apoyada contra la pared de enfrente con gesto aburrido, parecía esperar su turno para entrar, pero, en cuanto le vio, una mueca divertida se dibujó en su rostro, al tiempo que le señalaba con descaro.

 —Estás de broma, ¿no? —preguntó, en medio de una carcajada entrecortada.

 Peter se miró de arriba abajo, molesto, preguntándose qué habría hecho mal ahora. No encontraba nada extraño que provocase aquella reacción en ella.

 —¿Ya te has pasado con las setas alucinógenas, Lali?

 Ella negó rápidamente con la cabeza.

 —¡Pareces a punto de hacer una excursión al circo! —explotó risueña, con voz chistosa—. Espera, espera… —Se acercó decida hasta él, que retrocedió enseguida—, ¡pero si te has puesto brillantina en el pelo, Dios mío!

 Y se tapó la boca con las manos, como si acabase de cometer un pecado mortal. Él se cruzó de brazos, irritado.

 —¿Qué tiene de raro, piojosa?

 —¡Peter, la brillantina pasó de moda allá por los años cincuenta!

 —¿Y? —Alzó una ceja—. Ir de mendiga por la vida nunca ha estado de moda. Pero, mira, siempre hay quien disfruta cuando le dan un dólar en la calle por compasión.

 —Oye, animal, yo no parezco una mendiga —se defendió al tiempo que ojeaba su propio atuendo.

 —El animal es tu hermano —le recordó él alzando un dedo con firmeza.

 —¡Pero mírate! Solo te faltan las zapatillas pomposas de abuela.

 Él pareció recordar algo.

 —¡Oh, sí, las había olvidado! —farfulló mirándose los calcetines negros mientras movía graciosamente los dedos—. Están en mi armario, ¿te importaría traérmelas?

 Ella pensó que se trataba de un chiste.

 —¿Primero me llamas mendiga y ahora pretendes que sea tu criada?

 —Pues no estaría mal, la verdad. —Se encogió de hombros.

 Lali resopló. Le miró fijamente, decidida a poner las cosas en su sitio. Aquel niño de papá debería aprender a cambiar su estilo de vida.

 —Mira, bonito, aquí cada uno se encarga de sus cosas. Así que mueve el culo hasta tu habitación y búscate tú mismo las pomposas zapatillas —dijo con una firmeza arrolladora.

 Peter sonrió tímidamente y comenzó a caminar de puntillas hacia su cuarto. Se giró antes de entrar.

 —Oye, me alegra parecerte bonito. Comprendo que te deslumbre mi atractivo físico —añadió señalando su pijama de raso—. Pero, por favor, Lali, no hace falta que lo grites a los cuatro vientos; tu familia acabará pensando que hacemos excursiones de habitación en habitación en mitad de la noche.

 Lali abrió desmesuradamente los ojos y se llevó una mano al pecho, sin poder creerse lo que acababa de oír. Se preparó para gritarle alguna incoherencia, lo que fuese, pero no tuvo tiempo, pues Peter cerró de un portazo la puerta de la habitación tras dirigirle una pícara sonrisa. Ella respiró hondo y se dirigió hacia el baño.

 —¡Le odio, le odio! —gritó desesperada.


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Holaaaaaa.
Lo sé he estado muy desaparecida pero ha sido el cumple de mi novio y la celebración y bueeeeno he estado liada!!!!
Pero ahora vuelvo  con TOOOOOOOOODO.

Si quieren otro capítulo hoy tienen que superar las 5 firmas!!!!!
Si quieren que les avise cuando suba avisenmeeeee, mi twitter es : @theyaremypath

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