Translate

domingo, 9 de junio de 2013

Capítulo 28: Cosas inexplicables



Dicen que en la vida ocurren cosas inexplicables. El hecho de que él se hubiese enamorado de Lali formaba parte de la lista. No había modo alguno de entender cómo había terminado inmerso en una situación tan descabellada. Cuando llegó a Estados Unidos jamás lo habría imaginado.


Y ahora la necesitaba. Los seres humanos se aferran con fuerza y facilidad a otras personas. Cuesta mucho más olvidarlas que quererlas. Peter tenía una idea clara que palpitaba en su mente: no deseaba olvidar a Lali. Por mucho que todo le indicase que era lo que debía hacer. Él se marcharía en unos días y estarían separados, no podrían verse durante largas temporadas, y hasta la fecha Lali le odiaba. Había descubierto que él no era un príncipe azul, a diferencia de Peter, que acababa de descubrir que ella sí era su princesa.

La observó desde lejos. Estaba sentada sobre la fina hierba del claro del bosque, apoyada sobre el tronco de un árbol. Reía. Cuando reía estaba guapa, porque sus facciones se suavizaban. Peter siempre sentía ganas de acariciar sus rosadas mejillas…

Se sobresaltó cuando Charles le dio una brusca palmada en la espalda.

—No te desanimes, brother. El plan sigue en pie —le dijo, sonriéndole.

Peter le devolvió la sonrisa, agradecido. Empezaba a entender que existían ciertas personas que a veces hacían favores sin esperar recibir nada a cambio. Le extrañaba esa actitud, pero con el paso del tiempo había ido asimilándola.

Las horas se le antojaban lentas y misteriosamente densas, como si el tiempo se hubiese materializado en un enorme pastel de chocolate tan empalagoso que era imposible de comer. Lali no parecía reparar en su actitud y danzaba alegremente de un lado a otro, seguida de cerca por su hermano (y guardaespaldas temporal).

—¿Por qué demonios me persigues, Vico? ¡Largo! —le gritó. Empezaba a molestarse.

Vico se encogió de hombros.

—Eres mi hermana… Me gusta estar… contigo.

—¡Vamos!, pero ¿qué te ocurre? Estás muy raro, en serio. —Se cruzó de brazos y le inspeccionó de los pies a la cabeza como si con ello fuese a descubrir el secreto que guardaba—. Desaparece, no pienso repetírtelo.

Vico ignoró todas sus súplicas y continuó pegado a ella como un buen mejillón. Estaba cumpliendo una misión. Peter quiso aplaudirle, pero hubiese sido algo poco discreto. Matt parecía contento tras saber que ellos estaban peleados y pasaba el rato contándole su aburrida vida a una paciente Lali.

—Tómatelo con calma —le aconsejó Gastón, cuando pasó por su lado y advirtió que Peter comenzaba a desesperarse.

El inglés asintió, no muy convencido. Matt tenía complejo de pulpo y arrastraba sus tentáculos hasta terminar tocando siempre a Lali. A Peter le importaba poco que Matt solo le rozase el hombro o la agarrase de la cintura, sencillamente no quería que tocase ni un solo pelo de su cabeza. Respiró hondo. Quizá el submarino de marihuana que habían montado en la tienda horas atrás le había dejado tonto de por vida. Esperaba que las secuelas fuesen reparables.

Finalmente, decidió acercarse hasta donde Lali se encontraba. Y se quedó allí, muy quieto, escuchando a Matt y mirando a Vico de reojo.

—… Lo que intento decir es que está demostrado que un niño que crece con falta de afecto siempre tendrá problemas. Ningún psicólogo puede reparar el pasado de las personas; las vivencias dejan huellas que no pueden ser borradas. Sería fantástico que la ciencia avanzara lo suficiente como para hacer que los humanos olvidasen partes desagradables de sus vidas, todos seríamos mucho más felices.

Peter parpadeó confundido y miró fijamente a Matt. Este permanecía serio y sereno. El inglés estalló en una sonora carcajada y le señaló con el dedo índice.

—¿Esta conversación es real? —Peter miró a su alrededor, casi esperando encontrar una cámara oculta en el recoveco de algún árbol. Estaba seguro de que se trataba de una broma televisiva o algo por el estilo. Matt no podía estar martirizando a la pobre Lali con sus traumas infantiles en plena acampada. Aquello era demasiado.

Vico rió con gesto lelo.

—No sé, yo hace media hora que he dejado de escucharle… —opinó, distraído.

—No me extraña. Yo también voy a fingir que me he quedado sordo, es el único modo de sobrevivir mientras él esté cerca —explicó, señalando a un enfadado Matt.

Lali intentó no reír. Odiaba que las palabras de Peter le hiciesen gracia, pero no podía dejar de admitir que las conversaciones de su amigo conseguían adormirla de una forma extraña. Se propuso gritarle a Peter que tuviese un poco más de respeto, pero cuando abrió la boca no pudo evitar que una brusca carcajada reemplazase sus palabras. De modo que Matt se marchó de allí enfurecido y se internó entre los frondosos árboles que bordeaban el claro. Peter le señaló divertido.

—¡Eso, corre, a ver si encuentras un oso y haces nuevos amigos!

Lali agradeció que Matt ya estuviese lo suficientemente lejos como para no escucharle. Le propinó un manotazo a Peter.

—¡No seas tan cruel!

—¡Pero si tú también te has reído! —le recordó.

—Yo… necesito otro porrito… —confesó Vico, antes de desaparecer y dejarles a solas.

Se miraron fijamente durante unos instantes eternos. Lali no sabía si debía reír o llorar, tenía serias dudas al respecto. Esperó pacientemente hasta que Peter se dignó decir algo.

—¿Ahora ya podemos hablar? —preguntó inseguro.

Lali no contestó con palabras, pero asintió despacio con la cabeza. Peter alargó la mano, casi temblando, hasta que encontró sus dedos pequeños y los enroscó lentamente entre los suyos. Lali tenía la piel muy fría, y sonrió tímidamente. Él se armó de valor para dar un paso tras otro, tirando suavemente de Lali, hasta llegar a la tienda de Vico. Descorrió la cremallera y le indicó que entrase.

Se acomodaron sobre las esterillas y algunas mantas arrugadas. A pesar de que cada uno se había sentado en un extremo, gracias al espacio reducido de la tienda estaban muy juntos. Peter suspiró. ¿Qué tenía qué decir? Lo había olvidado. En realidad se había pasado la noche anterior memorizando un discurso bonito y extremadamente sensiblero, pero ninguna de las palabras que había planeado acudían ahora a su mente. Se había quedado en blanco.

—¿Y bien? —Lali, cruzada de brazos y sentada al estilo indio, parecía impaciente por escuchar su discurso.

Peter respiró hondo.

—Esto… Yo creo que… —balbució—. Bueno, es que yo… claro, ya sabes… ¿me entiendes, verdad? Era lo que quería decir…

—¿Qué? —Ella le observó divertida. Obviamente no había entendido nada.

—¡Pues eso, Lali! ¿Qué más quieres que te diga? Si no puedes comprenderme… Era eso… y tal… —Se miró las manos, confuso. Estaba sudando a pesar del horrible frío que hacía.

—Peter… ¿cómo quieres que te entienda si aún no has dicho nada coherente?

Él alzó la vista y se perdió en el mar azul de sus ojos. Había vida en ellos.

Había transparencia. Todo estaba en su sitio, todo tenía su lugar. ¿No había dicho nada coherente? Quizá Lali tenía razón, porque no recordaba las palabras que acaba de pronunciar, se sentía demasiado intranquilo. Se asustó: podía oír incluso los latidos de su corazón. Empezaba a molestarle el tenso silencio. Cogió mucho aire de golpe.

—Lali, ¿entiendes que… te quiero?

Más y más silencio. Ambos en un mundo paralelo, lejos de todos los demás. Lali tragó saliva despacio y advirtió que estaba a punto de llorar.

—Sí.

—Entonces lo entiendes todo —concluyó Peter.

Sonrieron. Él se acercó despacio hacia ella. Alzó un dedo en lo alto y, extrañado por sus propios actos, acarició con lentitud las lágrimas que se escurrían por su rostro. Incluso llorando estaba guapa, ¿era eso posible? Probablemente influía lo que sentía por ella.

—No llores —le susurró—. Llorar… está mal.

—¿Quién te ha dicho algo así? —Lali encontró sus ojos grises e intentó que no le temblase el labio inferior al hablar.

—Mi padre —contestó, hablando muy bajito—. No hay que llorar, ¿por qué lo haces?

Lali respiró hondo. Tenía mocos y agradeció que Peter se sacase un pañuelo limpio del bolsillo y le limpiase con delicadeza.

—¿No te da asco? —preguntó ella.

—Un poquito. —Él le sonrió—. Pero después de mis propios mocos, los tuyos son los que menos asco me dan del mundo.

—Oh, ¡qué bonito, Peter!

Lali le abrazó entre risas. Comenzó a llorar con más intensidad. Él procuró no caer hacia atrás, dado que Lali se había tirado sobre él con todas sus fuerzas, y ahora su piernas rodeaban la cintura de Peter y ya no había espacio entre los dos siquiera para respirar. Cerró los ojos, con el rostro escondido entre sus cabellos, y durante unos segundos creyó encontrarse en medio del océano, al vaivén de las olas relajantes. Despertó de aquel trance al escuchar de nuevo los sollozos de Lali.

—Pero ¿por qué lloras?

—Porque tengo miedo.

—¿De qué tienes miedo? —preguntó, y besó con ternura su cuello.

—De ti.

Peter sintió un pequeño escalofrío recorrer todo su cuerpo.

—Yo… no te haré daño.

—Eso dicen todos.

Lali se separó un poco de él, rompiendo aquel abrazo, para poder mirarle fijamente.

—Si engañaste a esa otra chica, ¿por qué no harías lo mismo conmigo?

—Porque no eres ella.

—¿Eso es todo?

—El todo lo eres tú, Lali.

Cerró los ojos y se calmó cuando los labios de ella rozaron despacio los suyos. Aguantó las ganas de sonreír para poder sentir plenamente el contacto de aquel beso. Lali besó después la punta de su nariz, sus mejillas, la frente y bajó por la barbilla hasta saborear delicadamente uno de sus hombros. Peter se estremeció y la abrazó más fuerte. Temía hacerle daño, temía presionar demasiado su cintura. Se concentró en escuchar la acelerada respiración de Lali. Empezaba a sentir que no podría quedarse quieto como una roca durante mucho más tiempo, así que acogió el rostro de Lali entre las manos y la obligó a mirarle.

—Esta noche dormiré contigo —le dijo ella, sonriéndole.

—¿Esta noche? —Peter torció el gesto—. ¿Por qué no ahora?

—Son las dos del mediodía. —Lali ojeó confusa su reloj.

—Podemos dormir… la siesta.

No le dio tiempo a responder. Peter la tumbó sobre las mantas y cogió una de ellas, tapándoles a los dos. La abrazó y apoyó la cabeza en su pecho. Tiritó.

—Lali, tengo frío.

—Eres como un bebé.

Lali rió y le frotó con una mano la espalda, infundiéndole calor. Peter sonrió agradecido ante sus mimos. Advirtió el resultado de la charla y su corazón palpitó alegre. Estaba perdonado.


Continuará...

----------------------------------------------
Amo que cada vez haya mas gente a la que le guste la nove, aunque no firmen yo se que les gusta(? jajajaja
Esta ta está por terminar le queda naaaada, la semana que viene yo creo que ya estará terminada y tengo un par de ideas para la siguiente... ya me dirán cual les gusta!
Besos y abrazos ♥
ATENCIÓN cambié el el user de mi twitter ahora soy @getcrazywithlip

4 comentarios:

  1. u.u besitoos..piquitoos...cariciaas..vamoos q poco a poco llega Laliter!!que le pasó a Rochi??que le pasó??ya quiero saber..ayaya!!@pl_mialma

    ResponderEliminar