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miércoles, 12 de junio de 2013

Capítulos 30 y 31

Capítulo 30: Baile de hielo
 



 
A la mañana siguiente, cuando todos despertaron, recogieron las tiendas y las demás pertenencias y comenzaron a caminar siguiendo la ruta que les llevaría hacia el conocido destino. Todos estaban más tranquilos, y apenas surgieron percances entre bostezos y caras de sueño.





Peter estaba molesto. Subir y bajar montañas en pleno invierno y a primera hora de la mañana no era una de sus aficiones. Estaba a punto de quejarse cuando, tras salir de las inmediaciones del bosque, de pronto descubrió el nuevo reto al que debería enfrentarse.

Un enorme lago congelado se extendía entre las altas montañas que lo rodeaban. El aire gélido silbaba con fuerza, escurriéndose después entre los árboles que dejaban atrás. Los chicos aplaudieron animados y gritaron manifestando su alegría, a excepción de Peter.

—Todos vamos a morir —presagió.

Lali le cogió del brazo para darle fuerzas y lo sacudió, feliz, quitándole importancia a sus palabras.

—No te preocupes, tonto. Seguro que lo pasamos genial.

—No vuelvas a llamarme tonto. —Peter alzó un dedo en alto a modo de advertencia.

—Vale, intentaré no hacerlo a menos que me sirvas la oportunidad en bandeja. —Lali rió.

Se habían quedado algo rezagados del resto del grupo, que ahora corría hacia la inmensa superficie de hielo. Una lámina de plata, a lo lejos. Peter admitió en silencio que al menos era un paisaje bonito; el vacío y la sencillez a veces eran suficiente. El hielo brillaba bajo la luz del sol casi imperceptible. Al él le gustaban las cosas que relucían, como el oro o los diamantes; era un símbolo de fortuna y prestigio.

—¡Venga, vamos con los demás!

—Bien, pero solo porque quiero ver el lago un poco más de cerca —puntualizó él.

Comenzaron a caminar hacia allí. Parecía que todo se deshacía a su alrededor, como si los colores se deslizaran al reflejarse en la superficie helada.

Peter analizó rápidamente a los presentes: Vico y Charles saltaban con todas sus fuerzas sobre el hielo como si se hubieran propuesto romper la superficie, caer al agua y morir lentamente congelados.

—¿Qué intentan hacer? —le preguntó a Lali, temeroso.

—¿Sinceramente? No tengo ni idea, pero prefiero no averiguarlo.

Otros jugaban a deslizarse por el hielo, y los demás se lanzaban bolas de la nieve blanda que quedaba alrededor. Hacía muchísimo frío, pero Peter se esforzó por encontrar la parte positiva de todo aquello: el frío era bueno para la piel.

—Vamos, Peter.

Él negó con la cabeza.

—No quiero saltar sobre el hielo, ni que me tiren bolas de nieve a la cabeza… ni nada de eso —añadió, señalando a Esko, que acababa de tumbarse sobre la superficie helada como si aquello fuese lo más normal. Ni siquiera llevaban el equipo térmico adecuado.

—Vale, lo entiendo. —Lali le sonrió con dulzura y luego le tendió la mano a Peter con la esperanza de que aceptase su ofrecimiento—. Pero… ¿qué te parece si me concedes un baile sobre el hielo? Siempre he querido hacerlo.

Peter se debatió entonces entre seguir su instinto de supervivencia y huir de allí o lograr que una ilusión de Lali se cumpliese. Lentamente, casi con miedo, acercó su mano hacia la de ella, rozó sus dedos, notó el tacto frío y finalmente supo que a esas alturas poco o nada podría negarle a Lali. Porque era lo más diferente a él y al mismo tiempo lo más cercano y bonito que jamás había tenido.

Dieron unos pasos hasta que sus pies tocaron el hielo. No estaba tan mal, no era tan horrible; a menos que recordase que bajo aquella superficie había un montón de agua helada que ansiaba ahogarle. Sacudió la cabeza y se propuso no pensar más en ello y dejar atrás sus miedos.

Una vez se alejaron de la orilla, Lali apoyó la cabeza en su hombro y le rodeó el cuello con un brazo.

—¿Bailamos? —le preguntó en un susurro—. Tú imagina que la música de un piano suena de fondo, una melodía lenta.

Peter asintió y comenzó a moverse despacio, balanceándose a un lado y otro. Recordó una canción de George Winston que le gustaba, «Invierno», y se dejó llevar por las imaginarias notas del piano. Sus pies se deslizaban por el hielo cada vez con más valentía, se alegró de estar allí y haberse atrevido a concederle aquel extraño baile, y como toda respuesta la abrazó con fuerza.

Lali seguía sus movimientos en silencio. En realidad nunca había sabido bailar ni tenía intención de aprender a hacerlo. Pero tiempo atrás había leído un libro que relataba una bonita historia de amor imposible y se dijo que algún día ella también viviría esa experiencia y bailaría sobre un lago congelado como hacían los protagonistas de aquella novela.

Pero ahora Lali temía que el final de su propia historia no fuera tan feliz e idílico como solía ser el de los libros de amor. Recordó que les quedaban apenas unos días que compartir y se contuvo para no llorar. Pensó en el tiempo que habían malgastado discutiendo y odiándose, y luego admitió que quizá gracias a todo aquello ahora estaban juntos. Todo había sido muy intenso desde el día que Peter llegó al aeropuerto, tanto los buenos como los malos momentos.

—Te vas a ir —le dijo.

Peter se apartó un poco de ella para poder ver su rostro. No lloraba, pero tenía los ojos acuosos. A él también le dolía marcharse, aunque no lo demostrara del mismo modo que Lali.

—Ya lo sé, nos queda poco tiempo —contestó—. Pero anoche estuve pensando… en algo que quizá podríamos hacer.

—¿A qué te refieres?

—Una lista. —Peter siguió moviéndose de un lado a otro, despacio, mientras hablaba—. Cada uno podría escribir en un papel todas las cosas que le gustaría que hiciésemos juntos y durante los días que nos quedan intentar cumplir la mayoría de esos deseos, ¿qué te parece?

—Es una idea perfecta, Peter.

Se puso de puntillas y le besó.

—¡Pero apenas nos queda tiempo! —se quejó—. Aunque podríamos irnos ya, nosotros dos solos. —Miró a su alrededor—. Seguramente los demás querrán pasar aquí el resto del día, como todos los años.

Peter la sujetó por los hombros y la miró fijamente.

—Marcharnos ya de aquí sería mi mejor regalo de Navidad y algo que te agradecería el resto de vida.

Lali se esforzó por no reír, aunque debía de haber supuesto que para Peter la idea de irse sería un regalo caído del cielo. Le cogió de la mano y fueron a despedirse de los demás.
 
Continuará...
 
 
Capítulo 31: Lista de deseos
 
 
Cuando llegaron a casa, Peter estaba a punto de sufrir un infarto. Solo habían hecho dos descansos durante todo el trayecto, tenía un hambre voraz, puesto que habían olvidado coger los bocadillos que Vico llevaba en su mochila, y el esfuerzo de las horas de caminata había sido mortal para él, que no estaba acostumbrado a caminar a ese ritmo.

Mientras Lali abría la puerta, Peter se llevó una mano al cuello para tomarse las pulsaciones.

—Francamente, no sé si me quedan fuerzas siquiera para escribir mi lista.

Tras entrar, encontraron a la señora Esposito en la cocina preparando la comida.

—Pensé que llegaríais por la noche o mañana. —Le sacudió el pelo a Peter con cariño—. Qué alegría teneros aquí de vuelta; a propósito, ¿dónde está Vico?

—Él se ha quedado con los demás en el lago, nosotros hemos decidido volver antes.

—Ah, ¿os ha pasado algo?, ¿habéis vuelto a discutir?

—Mamá, será mejor que no hagas más preguntas. —Lali sonrió y le dio un beso en la mejilla.

—¿Os preparo algo de comer entonces?

—Sí.

—No —le contradijo Peter—, tenemos planes, comeremos fuera.

Peter cogió a Lali del brazo y la guió hasta el piso de arriba.

—¿Qué pasa?

—Nada. Nos vamos a comer a un buen restaurante, es mi primer deseo de la lista —dijo—, cámbiate de ropa y coge papel y lápiz. Tienes cinco minutos—añadió antes de entrar en su habitación y cerrar la puerta.

Lali se sentó sobre la cama y después se dejó caer hacia atrás. Iban a ser dos días intensos. Había muchísimas cosas que quería hacer con Peter, y su mente comenzaba a divagar pensando en los futuros deseos que escribiría en su lista.

Lali cerró la puerta de su habitación con cuidado, abrió el armario y comenzó a pensar en qué ropa ponerse; al fondo, bajo una sudadera, vio el regalo de Peter y recordó que tras la discusión ocurrida durante el día de Navidad no habían llegado a intercambiar sus regalos.

Comenzó a dar pequeños saltitos por la habitación intentando subirse los vaqueros, que parecían haber encogido después del último lavado. Cuando estuvo completamente lista respiró hondo intentando no pensar demasiado en los rápidos acontecimientos de aquellos días, que habían dado un giro inesperado a su vida rutinaria.

Finalmente salió de la habitación; Peter estaba esperándola apoyado en la barandilla de la escalera con una pose elegante que le caracterizaba a la perfección.

—¿Dónde quieres ir a comer?

—Ya lo verás. —Sonrió—. He llamado a un taxi, nos está esperando en la puerta.

Media hora más tarde, cuando bajaron del taxi, Lali reconoció la fachada del lugar; era un carísimo restaurante japonés, el más famoso de la zona. Peter la cogió de la mano con firmeza y entró en el establecimiento. Tras el mostrador de recepción había dos mujeres que vestían elegantes túnicas de seda con dibujos florales de estilo tradicional. Sin pensárselo ni un segundo Peter dejó caer su chaqueta sobre las manos de una de las mujeres, y esta le sonrió como si estuviera agradecida por el hecho de poder servirles.

—Lali, vamos, dale tu abrigo.

—Ah, sí, sí, claro…

Sintiéndose sumamente extraña logró quitarse el abrigo y entregárselo a la señora sonriente, después esta se inclinó ligeramente a modo de reverencia y se dirigió hacia el guardarropa. La otra mujer abandonó el mostrador y les condujo lentamente por el restaurante hasta una de las mesas e incluso apartó ella misma las sillas donde debían sentarse, por si Peter estaba demasiado cansado para realizar una hazaña de tal calibre.

Sonaba una melodía suave de fondo y se oía agua caer, como si en algún rincón del restaurante hubiese una fuente. Lali se sentía fuera de lugar, contrariamente a Peter, que se mostraba entusiasmado mientras observaba la curiosa decoración del establecimiento y poco después hojeaba la carta.

—¿Conocías este lugar? —preguntó ella.

—No, lo busqué por internet con el móvil. —Cruzó las manos sobre la mesa con elegancia—. ¿Has cogido papel y lápiz?

Lali asintió y buscó en su bolso mientras Peter le explicaba lo que harían a continuación.

—Cada uno hará una lista de cinco cosas —dijo—, pero ninguno mirará la lista del otro; así, cuando se decida el siguiente plan, será una sorpresa.

—Me parece bien.

La camarera les interrumpió preguntándoles si ya habían decidido qué querían pedir. Ambos estuvieron de acuerdo en escoger un menú variado para dos. Cuando la mujer les retiró las cartas y se alejó de la mesa, Lali le dio a Peter uno de los papeles que había llevado y ambos se centraron en redactar sus respectivas listas.

Lali quería que Peter probase cosas nuevas (y rutinarias para el resto de los mortales), que abriese su mente ante el mundo real y dejase de cerrarse puertas. Estaba segura de que disfrutaría todos esos momentos simples que habitualmente despreciaba sin siquiera molestarse en saber cómo eran. Por el contrario, Peter deseaba que Lali escapase de su monótono mundo y descubriese detalles del suyo.

Ella fue la primera en terminar la lista, a pesar de que Peter tenía menos que escribir, puesto que ya había gastado uno de sus deseos al llevarla a ese lujoso restaurante.

—Esto va a ser interesante… —comentó él tras acabar y comenzar a doblar el papel por la mitad.

—¡Ya lo creo! —Lali le miró traviesa.

Los ojos de Peter se convirtieron en dos pequeñas rendijas.

—No eres de fiar —sentenció—, eres consciente de que ya no nos odiamos, ¿verdad? Espero que hayas tenido en cuenta ese detalle mientras escribías la lista.

—Lo mismo digo —concluyó ella.

Poco después les sirvieron el menú para dos y ambos comieron en silencio, retándose con la mirada. Peter sabía que Lali no se lo pondría nada fácil.

—¿Y cuál será tu primer deseo?

—Hum… va a ser muy refrescante —contestó Lali esbozando una leve sonrisa.

 
Continuará...
 
 
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Estoy FELIZ, por fin mi vida empieza a mejor y quería regalarle dos capitulos :D
Besos y abrazos ♥
@getcrazywithlip

2 comentarios:

  1. I need more (:

    ¿Avisas por twitter?

    Un beso.

    @LittleKitKat_

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  2. Que se traeran entre manos
    me alegro que estes feliz
    te puedo decir Palu?
    Besos

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