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sábado, 6 de julio de 2013

Capítulo 3



Lali se incorporó como un rayo y vio a Peter Lanzani subiendo tranquilamente las escaleras que conducían a la playa. Peter se detuvo en lo alto con una mueca de calculada ironía.

Ella contuvo el aliento.

—No quisiera interrumpir. —Peter se apoyó en la barandilla—. Es la conversación más interesante que he oído casualmente desde que Marianella y sus amigas comentaron la posibilidad de teñirse el vello púbico. Gas, ¿por qué no me habías dicho que eres un mariquita? Ahora no podremos volver a dejarnos ver juntos en público.

A diferencia de Lali, Gaston pareció sentirse aliviado por la interrupción y, levantando el vaso hacia la cabeza bañada por el sol de Peter, declaró:

—Pues tú me presentaste a mi último novio.

—Debía de estar borracho. —Entonces el anterior compañero de reparto de Lali se fijó en ella—: Hablando de desastres… tú estás hecha un asco.

Tenía que largarse de allí. Lali dirigió la mirada hacia las puertas que comunicaban con el interior de la casa, pero en las cenizas de su autoestima todavía quedaba un débil rescoldo de dignidad, así que no podía dejar que él la viera salir huyendo.


—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó a Peter—. Seguro que no se trata de una coincidencia.

Él señaló la jarra con la cabeza.

—No estaréis bebiendo esa mierda, ¿no?

—Seguro que te acuerdas de dónde guardo el alcohol de verdad.

Gas miró a Lali con preocupación.

—Después —respondió Peter, y se sentó en la tumbona que había frente a la que había utilizado Lali.

La arena que tenía pegada en la pantorrilla brilló como diamantes diminutos. La brisa jugueteó en su espeso pelo castaño claro. A Lali se le revolvió el estómago. Un hermoso ángel caído.

La imagen procedía de un artículo escrito por un conocido crítico de televisión poco después de la debacle que terminó con una de las series más exitosas de la historia de las telecomedias. Lali todavía se acordaba del artículo.



Nos imaginamos a Peter Lanzani en el cielo. Su cara es tan perfecta que los otros ángeles no se deciden a echarlo, aunque se ha bebido todo el vino sagrado, ha seducido a las preciosas ángeles vírgenes y ha robado un arpa para reemplazar la que perdió en una partida de póquer celestial. Lo vemos poner en peligro a todo el grupo por volar demasiado cerca del sol y, a continuación, lanzarse en picado con temeridad hacia el mar. Pero la comunidad angélica está hechizada por los campos de lavanda de sus ojos y los rayos de sol que se entrelazan con su pelo, así que le perdonan sus transgresiones… hasta que su último y peligroso descenso los zambulle a todos en el barro.



Peter apoyó la cabeza en el respaldo de la tumbona. Esa posición resaltó contra el cielo su perfil, que seguía siendo perfecto. A la edad de treinta y tres años, los suaves contornos de su juventud hedonista se habían endurecido haciendo que su belleza deslumbrante y perezosa resultara todavía más destructiva. Reflejos castaño dorados adornaban su rubio cabello, el cinismo enturbiaba sus ojos lavanda de niño de coro y la sorna flotaba en las comisuras de su boca perfectamente simétrica.

El hecho de que alguien tan carente de escrúpulos hubiera oído su conversación con Gaston ponía enferma a Lali. No podía huir, todavía no, pero sus piernas empezaban a flaquear.

—¿Qué haces aquí?

Lali se dejó caer en una de las sillas tulipán.

—Había empezado a contártelo —respondió Gas—. A veces, Peter utiliza la otra casa que tengo un poco más abajo en la playa, la que estoy intentando vender. Como ha conseguido que nadie quiera darle trabajo, no tiene nada mejor que hacer que holgazanear por aquí y molestarme.

—No es que nadie quiera darme trabajo. —Peter cruzó sus tobillos cubiertos de arena. Incluso los arcos de sus pies tenían una curvatura tan perfecta como la hoja de una cimitarra—. Justo la semana pasada me ofrecieron humillarme a mí mismo en un nuevo reality show televisivo. Si no hubiera estado tan colocado cuando me llamaron, es probable que hubiera aceptado. Pero ya está bien así. —Sacudió una de sus elegantes manos—. Demasiado trabajo.

—Sí, lo que tú digas —contestó Gas.

Lali escudriñó con nerviosismo la playa en busca de fotógrafos. Aquélla era una playa privada, pero la prensa haría cualquier cosa con tal de conseguir una fotografía actual de ella y Peter juntos. ¡Thiago y Marianella juntos en público después de tanto tiempo! Se le revolvió el estómago al pensar en la posibilidad de que alguien tan predeciblemente malvado como Peter Lanzani formara parte de su pesadilla pública.

Peter se reclinó en la tumbona y volvió a cerrar los ojos. Parecía un aristócrata aburrido tomando el sol. Una imagen engañosa, pues Peter no había terminado el instituto y fue criado en el South Side de Chicago por un padre que era un auténtico gorrón.

—Espero que hayas escondido las cuchillas de afeitar, Gas. Según se rumorea, después del duro golpe que le ha dado la vida, nuestra Marianella ha desarrollado instintos suicidas. Personalmente, creo que debería celebrar haberse librado por fin del tarado con el que se casó. Mery Del Cerro debe de haberse vuelto loca al dejarse embaucar por Míster América. Dime la verdad, Mar. A Pablo Martínez no se le levanta, ¿no?

—Veo que sigues siendo un perfecto caballero. ¡Qué tranquilizador!

Tenía que escapar de allí sin que pareciera que salía corriendo. Intentó levantarse despacio de la tumbona y coger sus sandalias como si tal cosa, pero se dio cuenta, demasiado tarde, de que no recordaba dónde las había dejado.

Peter abrió los ojos y obsequió a Lali con aquella sonrisa suya, despreocupada y socarrona, que había desarmado a tantas mujeres que, por lo demás, tenían buen criterio.

—Por lo que he leído, la feliz pareja ha regresado al extranjero para continuar con sus bien publicitadas obras benéficas.

Durante su luna de miel, Pablo y Mery realizaron un viaje humanitario a Tailandia. Lali nunca olvidaría su comunicado de prensa. «Queremos utilizar nuestra fama para dar a conocer la causa humanitaria preferida de Mery, la lucha contra la explotación de los niños por parte de la industria del sexo.»

Lali no tenía ninguna causa humanitaria, al menos nada que lucra más allá de firmar algunos sustanciosos cheques. Buscó desesperadamente sus sandalias con la mirada.

Peter señaló con su estilizado dedo debajo de la tumbona en la que Lali se había sentado antes.

—Su campaña para reforzar las leyes contra el turismo sexual con niños es enternecedora. Y, mientras ellos batallan en el Congreso, he oído decir que tú has estado dedicando tus energías a comprar en los almacenes Fred Segal.

Lali no aguantó más y perdió su autodominio.

—De verdad te odio.

—Imposible. Marianella nunca podría odiar a su querido Thiago. No después de que él dedicara ocho años de su vida a sacarla de sus locos apuros.

Lali cogió sus sandalias y se puso una.

—Para ya, Peter —dijo Gas.

Pero Peter no había terminado.

—¿Te acuerdas de cuando te caíste en el lago vestida con el abrigo de piel de mamá Bedoya Agüero? ¿Y qué me dices de cuando abriste la jaula de aquellos ratones en su fiesta de Navidad?

Si no respondía a sus provocaciones, Peter dejaría de pincharla.

Pero a Peter siempre le había encantado la tortura lenta.

—Incluso el día de nuestra boda te metiste en problemas. Fue una suerte que no llegáramos a rodar aquel capítulo. Por lo que tengo entendido, yo iba a dejarte embarazada durante la luna de miel. Si la cadena no hubiera cortado el suministro, yo habría sido el padre de un pequeño Thiago.

La rabia de Lali explotó.

—¡No era un pequeño Thiago, sino unos gemelos! Se suponía que íbamos a tener gemelos, una niña y un niño. Es obvio que estabas demasiado colocado para recordar ese pequeño detalle.

—Sería por inmaculada concepción, seguro. ¿Te imaginas a Marianella desnuda y…?

Lali no pudo aguantarlo más y se dirigió a la casa, con una sandalia calzada y la otra en la mano.

—Yo de ti no me iría —declaró Peter con parsimonia—. Hace diez minutos vi a un fotógrafo esconderse en los arbustos del otro lado de la carretera. Alguien debe de haber visto tu coche.

Estaba atrapada.

Él la miró de arriba abajo, uno de sus numerosos hábitos desagradables.

—Por casualidad no habrás vuelto a fumar, ¿no, Mar? Necesito un cigarrillo y Gas se niega a tener en su casa un cartón para los invitados. Es un auténtico boyscout. —Peter arqueó una de sus perfectas cejas—. Salvo por sus vicios con miembros de su mismo género.

Gaston intentó aliviar la tensión.

—Sabes que sólo lo soporto porque deseo su bonito cuerpo. ¡Lástima que sea hetero! —le dijo a Lali.

—Eres demasiado exigente para desearlo —replicó ella.

—Vuelve a mirarlo —contestó Gas con sequedad.

No era justo. Peter debería estar muerto por sus excesos, pero el escuálido cuerpo que ella recordaba de Thiago y Marianella se había robustecido y sus formas elegantes pero desperdiciadas se habían convertido en fuertes músculos y largos tendones. Por debajo de la manga de su camiseta blanca asomaba un tatuaje tribal que rodeaba su formidable bíceps y su bañador azul marino dejaba a la vista unas piernas con los tendones tensos y alargados de un corredor de largas distancias. Su pelo rubio y espeso estaba alborotado y su pálida piel, tan característica en él como una resaca, había desaparecido. Salvo por el aire de decadencia que, como una mala reputación, lo impregnaba, Peter Lanzani tenía un aspecto sorprendentemente saludable.

—Ahora hace ejercicio —intervino Gas con un susurro exagerado, como si estuviera divulgando un jugoso escándalo.

—Peter no ha hecho ejercicio ni un solo día de su vida —replicó Lali—. Consiguió sus músculos vendiendo lo que le quedaba de su alma.

Peter sonrió y volvió su cara de ángel malo hacia Lali.

—Cuéntame algo más sobre ese plan tuyo de recuperar tu orgullo casándote con Gas. No es tan interesante como la conversación del vello púbico, pero…

Lali apretó las mandíbulas.

—Te juro por Dios que si le cuentas algo de esto a alguien…

—No lo hará —contestó Gaston—. Nuestro Peter nunca se ha interesado por nadie que no sea él mismo.

Eso era cierto. Aun así, Lali no soportaba saber que él había oído algo tan sumamente humillante para ella. Peter y Lali habían trabajado juntos desde que él tenía diecisiete años hasta que cumplió veinticinco. A los diecisiete, su egocentrismo era inconsciente, pero conforme su fama crecía, Peter se volvió más y más irresponsable de una forma deliberada. No costaba mucho darse cuenta de que, con el tiempo, se había vuelto todavía más cínico y egocéntrico.

Peter flexionó una rodilla.

—¿No eres un poco joven para haber renunciado al amor verdadero?

Lali se sentía como si tuviera cien años. Su matrimonio de cuento de hadas había fracasado poniendo punto final a sus sueños de tener una familia propia y un hombre que la quisiera por sí misma y no por lo que pudiera hacer por la carrera de él. Lali volvió a ponerse las gafas de sol mientras sopesaba el peligro que suponían los chacales que merodeaban en el exterior frente al peligro de la bestia que tenía delante.

—No pienso hablar contigo de este tema.

—Déjalo ya, Peter —intervino Gaston—. Ha tenido un año muy duro.

—Las desventajas de ser adorada —replicó Peter.

Gas resopló.

—Nada de lo que tú tendrás que preocuparte nunca.

Peter cogió el cóctel abandonado de Lali, bebió un sorbo y se estremeció al notar su sabor.

—Nunca he visto al público tomarse de una forma tan personal el divorcio de una celebridad. Me sorprende que ninguno de tus enloquecidos fans se haya autoinmolado a lo bonzo.

—La gente se siente como si fuera familia de Lali —comentó Gaston—. Crecieron con Marianella Rinaldi.

Peter dejó el vaso.

—También crecieron conmigo.

—Pero Lali y Marianella son básicamente la misma persona, mientras que tú y Thiago no lo sois.

—¡Gracias a Dios! —Peter se levantó de la tumbona—. Todavía odio a aquel niño pijo y gilipollas.

Sin embargo, Lali quería a Thiago Bedoya Agüero. Todo en él le encantaba. Su gran corazón, su lealtad, la forma en que intentaba proteger a Marianella de la familia Bedoya Agüero. La forma en que, al final, se enamoró de su ridícula cara redonda y su boca de goma elástica. Le gustaba todo salvo el hombre en que Thiago se convertía cuando las cámaras dejaban de rodar.

Los tres habían vuelto a caer en sus viejos patrones de conducta: Peter atacándola y Gaston defendiéndola. Pero ella ya no era una niña y tenía que defenderse a sí misma.

—Yo no creo que odies a Thiago. Creo que siempre quisiste ser Thiago, pero estabas tan lejos de conseguirlo que fingías despreciarlo.

Peter bostezó.

—Quizá tengas razón. Gas, ¿estás seguro de que nadie se ha dejado algo de hierba por aquí? ¿Ni siquiera un cigarrillo?

—Estoy seguro —contestó Gaston al mismo tiempo que sonaba el teléfono—. No os matéis mientras lo cojo.

Gaston entró en la casa.

Lali quería castigar a Peter precisamente por ser quien era.

—Hoy podría haber muerto arrollada. Gracias por nada.

—Estabas manejando la situación tú solita. Y sin papaíto. ¡Eso sí que ha sido una sorpresa!

Lali lo miró con desprecio.

—¿Qué quieres, Peter? Los dos sabemos que no has aparecido por accidente.

Él se levantó, se acercó a la barandilla y miró hacia la playa.

—Si Gas hubiera sido tan estúpido como para aceptar tu estrafalaria oferta, ¿qué habrías hecho con tu vida sexual?

—Como que eso es algo que voy a discutir contigo.

—¿Quién mejor que yo para contárselo? —contestó él—. Yo estuve allí en el primer momento, ¿te acuerdas?

Lali no podía soportarlo ni un segundo más, así que se volvió hacia los ventanales.

—Sólo por curiosidad, Mar… —dijo él a su espalda—. Ahora que Gas te ha rechazado, ¿quién es el siguiente candidato para ser el señor de Lali Esposito?

Ella estampó en su cara una sonrisa burlona y se volvió hacia Peter.

—¡Qué amable eres al preocupar a esa demoníaca cabezota tuya por mi futuro cuando tu propia vida es un auténtico desastre!

La mano le temblaba, pero la sacudió esperando que resultara un gesto gracioso y desenfadado, y entró en la casa. Gas acababa de colgar el auricular, pero ella estaba demasiado agotada para hacer otra cosa salvo pedirle que, al menos, considerara su propuesta.

    
Cuando llegó a Pacific Palisades, estaba tan tensa que le dolía todo. Ignoró al fotógrafo que había aparcado en la entrada de su jardín y tomó el estrecho camino que serpenteaba hasta una sencilla casa de estilo mediterráneo que podía haber cabido en la piscina de su anterior vivienda. No se había sentido capaz de quedarse en la casa que Pablo y ella habían compartido. Ésta la alquilaba con muebles demasiado voluminosos para lo pequeñas que eran las habitaciones y techos demasiado bajos para lo gruesas que eran las vigas de madera, pero a ella todo eso no le importaba tanto como para buscar otra casa.

Abrió la ventana del dormitorio y fue a escuchar el contestador del teléfono.

«Lali, he visto el estúpido artículo y…»

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«Lali, lo siento muchísimo…»

Borrar.

«Él es un gilipollas, cariño, y tú eres…»

Borrar.

Sus amigas tenían buenas intenciones, al menos la mayoría, pero su interminable compasión la asfixiaba. Para variar, desearía ser ella quien ofreciera consuelo en lugar de tener que recibirlo siempre.

«Lali, llámame enseguida. —La voz seca de su padre llenó la habitación—. En el último ejemplar de Flash sale una fotografía que podría alterarte. No quiero que te coja desprevenida.»

«Demasiado tarde, papá.»

«Es importante que estés a la altura de las circunstancias. Le he enviado a Agus un comunicado por correo electrónico para que lo publique en tu página Web contándole al mundo lo feliz que te sientes por Pablo. Ya sabes que…»

Volvió a pulsar la tecla de borrar. ¿Por qué, aunque sólo fuera por una vez, su padre no podía comportarse como un padre en lugar de un representante? Su padre había empezado a construir su carrera cuando ella tenía cinco años, antes de que hubiera transcurrido un año desde la muerte de su madre. Él la acompañó a todas las pruebas para principiantes, contrató sus primeros anuncios para la televisión y la obligó a asistir a las clases de canto y baile que le permitieron conseguir el papel protagonista en la reposición de Broadway de Annie. A su vez, ese papel le permitió acceder a las pruebas para el personaje de Marianella Rinaldi. A diferencia de tantos otros padres de niños estrella, su padre se había asegurado de invertir debidamente sus ingresos. Gracias a él, Lali nunca tendría que trabajar y, aunque se sentía agradecida hacia él por haberse ocupado tan bien de su dinero, ella daría hasta el último centavo a cambio de tener un verdadero padre.

Al oír la voz de Pablo en el contestador, retrocedió un paso.

«Lali, soy yo —dijo él con voz suave—. Ayer llegamos a las Filipinas. Acabo de enterarme de lo del artículo en Flash… No sé si ya lo has leído. Yo… quería contártelo personalmente antes de que lo leyeras en la prensa. Mery está embarazada…»

Escuchó su mensaje hasta el final. Percibió la culpabilidad en su voz, la súplica, el orgullo que su ineptitud como actor le impedía disimular. Todavía esperaba que ella lo perdonara por dejarla, por mentirle a la prensa acerca de que ella no quería tener hijos. Pablo era un actor, con la necesidad de los actores de ser querido por todos, incluso por la mujer a la que le había roto el corazón. Pablo quería que ella le diera un certificado gratis de no culpabilidad. Pero ella no podía dárselo. Se lo había dado todo. No sólo su corazón, no sólo su cuerpo, sino todo lo que tenía, y mira adónde la había llevado.

Lali se dejó caer en el sofá. Ya había pasado un año y allí estaba, llorando otra vez. ¿Cuándo lo superaría? ¿Cuándo dejaría de actuar exactamente como la perdedora que el mundo creía que era? Si seguía así, la amargura que la consumía ganaría la batalla y se convertiría en una persona que no quería ser. Tenía que hacer algo —cualquier cosa— que le hiciera parecer, que le hiciera sentirse como una vencedora.

Continuará...


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Hoooola, lo sé, soy muy colgada pero es que he tenido dos días de muuchas emociones... LALI SE LANZA DE SOLISTA dfmgndfgnfd, sigo en shock!!!!

A partir de ahora prometo subir mínimo un capítulo al día y si no lo hago molestadme a tweets en mi twitter @getcrazywithlip

Si te gusta como va la novela comenta!!  :)

Si quieres que te avise cuando suba novela avisame por acá o por mi twitter @getcrazywithlip

Besos y abrazos ♥

2 comentarios:

  1. Hooolaaaaa..me puse al dia con tu nive..no sabia que ya la habias empezado!!bueno..te digo que me ree encantaaa..y por favor..avisame en twitter cuando subis el cap!!:D besoooos!!@pl_mialma

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  2. Uau en serio Lali se lanso a solista?
    Y si te colgaste pero que bueno que lo reconoscas jaja
    Me encanta esta nove
    Beso <3

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