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martes, 30 de julio de 2013

Capítulos 30 y 31


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Gime esperó hasta que Lali desapareció para salir del fondo del porche. Nico se veía tan vulnerable como podía verse un hombre invencible y de acero. Para ella, Nico era un verdadero misterio. Tan sumamente controlado, no podía imaginárselo riendo por un buen chiste verde, y mucho menos soltándose en un orgasmo colosal. Ni haciendo nada que supusiera un exceso.

Conforme a los patrones de Hollywood, Nico vivía modestamente. Conducía un Lexus en lugar de un Bentley y tenía una casa urbana de tres dormitorios en lugar de una mansión en las afueras. No tenía empleados personales y salía con mujeres de su misma edad. ¿Qué otro hombre de cincuenta y dos años hacía lo mismo en Hollywood?

A lo largo de los años, Gime había dedicado tanta energía a sentirse ofendida por culpa de él que ya sólo lo veía como un símbolo de su propia ineficacia. Sin embargo, acababa de presenciar su talón de Aquiles y algo en su interior se conmovió.

—Lali es una persona increíble, Nico.

—¿Crees que no lo sé? —Rápidamente volvió a su ser de hielo—. ¿Es así como has consolidado tu carrera? ¿Escuchando conversaciones ajenas?

—Ha sido sin querer —contestó ella—. He salido para ver si tenía más cobertura aquí fuera y entonces os he oído hablar. No quería interrumpiros.

—¿Ni volver adentro y dejarnos a solas?

—Me he quedado preocupada al ver lo desorientado que estabas. Durante un rato, tu ofuscación me ha paralizado.

Gime contuvo la respiración. No podía creer que aquellas palabras hubieran salido de su boca. Quería achacar su descontrolada lengua a que había pasado la noche en vela, pero ¿y si se trataba de algo peor? ¿Y si todos los años de autodesprecio habían acabado con sus últimos restos de moderación?

Nico estaba acostumbrado a su habitual servilismo y arqueó las cejas. La carrera de Gime dependía totalmente de representar a Lali Esposito y tenía que disculparse de inmediato.

—Quiero decir que… Siempre se te ve tan centrado. Siempre estás seguro de tus ideas y nunca cambias de opinión. —Se fijó en los pantalones azul marino y el polo de Nico y su disculpa empezó a desvariar—. No tienes más que mirarte. Llevas la misma ropa que ayer por la noche, pero estás impecable. Ni una arruga. Resulta intimidante.

Si al menos él no se hubiera inclinado hacia atrás y no hubiera mirado con lástima el arrugado blusón y los desmejorados pantalones de color marfil de Gime, ella podría haberse contenido. Sin embargo, continuó con voz excesivamente alta:

—Estabas hablando con tu hija. Tu única hija.

Nico apretó los dedos alrededor de la taza que Lali había dejado encima de la mesa.

—Ya sé quién es.

—Siempre he creído que mi padre era un desastre. Era un manirroto y no conseguía conservar ningún empleo, pero no pasaba un día sin que abrazara a sus hijos y nos dijera cuánto nos quería.

—Si estás sugiriendo que no quiero a mi hija, te equivocas. Tú no has tenido hijos y no entiendes lo que es ser padre.

Gime tenía cuatro sobrinos maravillosos, así que tenía una idea bastante exacta de lo que implicaba ser padre, pero tenía que reprimirse como fuera. Sin embargo, su lengua parecía haberse desconectado de su cerebro.

—No entiendo cómo puedes ser tan distante con ella. ¿No puedes actuar como un padre?

—Por lo visto, no has prestado la suficiente atención, si no sabrías que estaba haciendo justamente eso.

—¿Sermoneándola y criticándola? No apruebas lo que quiere hacer con su carrera. No aceptas su gusto respecto a los hombres. Dime, ¿qué te gusta de ella? Aparte de su capacidad de ganar dinero.

Nico enrojeció de rabia. Gime no sabía quién de los dos estaba más sorprendido. Ella estaba arruinando todo lo que había tardado años en construir. Tenía que suplicarle que la perdonara, pero estaba tan enfadada consigo misma que no encontraba las palabras adecuadas.

—Acabas de pasar una línea peligrosa —repuso Nico.

—Lo sé. Yo… no debería haberlo dicho.

—Tienes toda la razón. No deberías haberlo dicho.

Sin embargo, en lugar de huir de allí antes de causar más estragos, los pies de Gime siguieron clavados en el suelo con tozudez.

—Nunca he entendido por qué eres tan crítico con ella. Es una mujer maravillosa. Puede que no tenga el mejor de los gustos en cuanto a hombres, aunque debo decir que Peter ha constituido una agradable sorpresa, pero Lali es una mujer cálida y generosa. ¿Cuántos actores conoces que intenten hacer la vida más fácil a las personas que los rodean? Lali es lista como un lince y todo le interesa. Si fuera hija mía, querría disfrutar de su compañía en lugar de actuar siempre como si creyera que necesita una reforma total.

—No sé a qué te refieres.

Sin embargo, Gime se dio cuenta de que él lo sabía perfectamente.

—¿Por qué no te diviertes con ella de vez en cuando? Pasa el rato con ella. Haced algo ajeno al trabajo. Jugad a cartas, chapotead en la piscina…

—¿Y qué tal un viajecito a Disneylandia? —ironizó Nico.

—Sí, ¿por qué no?

—Lali tiene treinta y un años, no cinco.

—¿Hiciste esas cosas con ella cuando tenía cinco años?

—Su madre acababa de morir, así que yo estaba un poco agobiado —soltó Nico.

—Debió de ser horrible.

—Fui el mejor padre que pude.

Ella percibió auténtico dolor en sus ojos, pero eso no despertó su compasión.

—Eso es lo que me preocupa, Nico. Si yo no entiendo lo mucho que la quieres, ¿cómo va a entenderlo ella?

—Ya es suficiente. Más que suficiente. Si éste es todo el respeto que sientes hacia nuestra relación profesional, quizá tengamos que replantearnos dónde estamos.

A Gime se le encogió el estómago. Todavía podía salvar la situación. Podía alegar enfermedad, locura, SARS… Pero no lo hizo, sino que enderezó los hombros y se marchó.

El corazón le latía con fuerza mientras se dirigía a la casa de invitados. Pensó en su gravosa hipoteca, en lo que sucedería con su reputación si perdía su mejor cliente, en cómo acababa de cometer una inmensa metedura de pata. Entonces, ¿por qué no volvía al porche y se disculpaba?

Porque una buena agente, una agente de primera categoría, servía bien a su cliente y, por primera vez, Gime se sintió como si hubiera hecho exactamente eso.



Durante todo el día, Peter contempló la partida de ajedrez humano que se desarrollaba ante él mientras los helicópteros los sobrevolaban en círculo. Vio cómo Lali hacía todo lo posible por mantenerse alejada de Pablo, Mery y su padre, mientras que Nico apenas hablaba con nadie. Vio que Cande intentaba satisfacer todos los caprichos de Pablo y Mery, pero que seguía mostrándose antipática con Lali y Agus. Meg ayudaba en la cocina, miraba con desdén a Pablo cada vez que se cruzaba con él y actuaba como si Mery fuera invisible. Gime adoptó el papel de una Suiza nerviosa, intentando moverse con neutralidad entre las naciones en conflicto. Y todo el mundo le hacía la pelota a Emi. Él incluido.

Peter decidió que, con la posible excepción de Cande, él era el único que estaba contento con la cuarentena. Había planeado acorralar a Emi la noche anterior, pero la aparición de Pablo había estropeado sus planes. Sin embargo, ahora tenía el resto del fin de semana para abordarla a solas y ella no podría seguir esquivándolo eternamente.

Entre los helicópteros y el incidente de la serpiente, nadie quería ir a la piscina. Varios invitados estaban en la cocina y Peter vio que Lali se disponía a fastidiar con su cámara de vídeo otra vez. Cande empezó a enfadarse y Peter intervino.

—Cariño, ¿por qué no practicas tu técnica de entrevistar a la gente con Gime? Ya sabes, una agente del sexo femenino en el charco de tiburones de Hollywood.

—Yo no quiero entrevistar a Gime, quiero entrevistar a Cande otra vez.

—Sólo porque las mujeres de la limpieza no están —soltó la chica con desdén—. ¡Le encanta hablar con ellas!

A Peter le resultaba extraño sentirse como si fuera la única persona adulta de la habitación.

—Entonces ¿qué te parecería entrevistar a Agus? —preguntó, pensando que era una sugerencia razonable.

—No me interesa hablar con los hombres —soltó Lali—. Está bien, te entrevistaré a ti.

—Haz que se quite la ropa —sugirió Meg—. Eso animará un poco el ambiente.

—Gran idea —contestó Peter—. Lo haremos en el dormitorio.

Lali decidió reavivar su papel de amante esposa.

—No me tientes de esa forma en público.

Una serie de imágenes semipornográficas cruzaron la mente de Peter. ¿Quién se habría imaginado que Lali fuera semejante bomba? Desde el primer momento, su autoritarismo sexual lo había excitado muchísimo. A diferencia de otras mujeres, a ella no le preocupaba si él se excitaba o no y, por alguna razón, eso todavía lo excitaba más. El aspecto sexual de aquel matrimonio de pega se había convertido en algo mucho más divertido de lo que él había imaginado. Tanto que había empezado a sentirse un poco inquieto. Sólo tenía espacio para una persona en su vida, y esa persona era él mismo. Lo de Cande había sido un accidente.

A última hora de la tarde, los móviles de todo el mundo y las PDA se estaban quedando sin batería. Sólo el móvil de Emi, quien, entre otras cosas, había encargado que le dejaran junto a la puerta del jardín un cargador y un móvil de repuesto, seguía funcionando. Gime anunció que estar sin teléfono le hacía hiperventilar y le pidió a Lali que cantara algo, pero en la casa no había ningún piano y la anfitriona se negó. A pesar de tomarle el pelo acerca de su interpretación en el musical Annie, Peter tenía que reconocer que resultaba agradable escucharla cantar, con su potente voz y su inagotable energía. Quizá comprara un piano para sorprenderla.

Mery se sentó en la biblioteca con un libro sobre economía internacional, Lali desapareció con Agus y el resto de invitados se desplazaron a la sala de proyecciones. Peter fue a su despacho con un vaso de té helado extra fuerte; una adicción menos dañina que las anteriores.

Cogió el guión que le había enviado su agente. Con toda la publicidad de la que era objeto a causa de su matrimonio, estaba recibiendo más guiones de lo habitual, pero los papeles eran los mismos de siempre: playboys, gigolós y, de vez en cuando, un traficante de drogas. Peter no se acordaba de la última vez que le había llegado algo que no fuera pura basura. Tras haber leído unas páginas, se dio cuenta de que aquel guión no era distinto de los demás. Tenía ganas de fumar un cigarrillo, pero en su lugar bebió un trago de té helado, examinó su correo electrónico y, a continuación, regresó a la casa para dedicarse al verdadero trabajo que tenía pendiente.

Emi había trasladado su centro de operaciones a un rincón del porche. A pesar de que era domingo, había estado al teléfono toda la tarde, creando y destruyendo carreras, pero en aquel momento estaba inclinada sobre su ordenador portátil. Peter se acercó a la mesa donde ella estaba trabajando con paso relajado y, sin esperar una invitación que nunca llegaría, se sentó frente a ella.

—Aunque agradezco de veras tu hospitalidad —dijo Emi sin levantar la vista—, a menos que quieras hablar acerca del clima, vas a perder el tiempo.

—Supongo que eso es mejor que perder el dinero de Vortex.

Emi levantó la cabeza.

Peter extendió las piernas y se acomodó en el asiento con aires de autosuficiencia, aunque tenía el estómago encogido.

—Eres una de las mujeres más inteligentes de la ciudad, pero en estos momentos estás actuando como una estúpida.

—En general, resulta mejor persuadir a alguien mediante halagos.

—Tú no necesitas halagos. Sabes lo buena que eres, pero el rencor que sientes hacia mí se está interponiendo en tu buen juicio, el cual, en general, es excelente.

—Ésa es tu opinión.

—Caitlin Carter se ha vuelto codiciosa. Si esperas hasta que mi opción expire, te gastarás mucho más dinero en La casa del árbol del que te gastarías ahora. ¿Cómo explicarás eso a tu junta directiva?

—Me arriesgaré. Y eres tú el que está actuando como un estúpido. Si me cedes La casa del árbol ahora, sin ningún tipo de restricciones, te garantizo que aparecerás en los créditos como productor asociado…

—Eso no tiene ningún valor para mí.

—Sólo con eso ya estarías ganando dinero respecto a tu inversión inicial. Pero, si persistes en tu idea, acabarás con nada. Yo puedo conseguir que se haga esa película. ¿Qué más quieres?

—Quiero que se haga la película que está en mi cabeza. —Peter se esforzó en mantenerse sereno, pero aquel asunto significaba mucho para él y notó que estaba perdiendo la calma—. Quiero interpretar a Danny Grimes. Quiero que se me garantice que Hank Peters será el director. —Se levantó de la silla—. Quiero estar en el plató todos los días para asegurarme de que el guión que he entregado es el que se rueda realmente y no que un imbécil del estudio vaya y decida que quiere introducir una persecución de coches.

—Yo no permitiría que eso sucediera.

—Tú tienes que dirigir el estudio, ni siquiera te darías cuenta.

Emi se frotó los ojos.

—Me estás pidiendo demasiado, Peter. Te lo diré sin rodeos. Sólo se te conoce por tres cosas: Thiago y Marianella, una cinta de sexo y por ser un juerguista impresentable. Estoy empezando a creer a Lali cuando dice que has superado la última, pero no has hecho nada serio desde que acabó la serie. ¿De verdad me imaginas diciéndole a la junta directiva que te he confiado un proyecto como La casa del árbol?

—¡Tengo una jodida intuición! ¿Puedes entenderlo? —Las venas del cuello de Peter palpitaron—. Sé exactamente cómo debería hacerse esa película. Cómo debería ser. Qué debería transmitir. Soy el único que puede realizar la película que tú quieres. ¿Tanto te cuesta entenderlo?

Emi lo miró larga y serenamente.

—Lo siento —dijo con suavidad—. No puedo hacerlo.

La lástima genuina que reflejaba su voz le indicó a Peter que habían llegado al final del camino. Había hecho todo lo que había podido para convencerla y había perdido. Se sorprendió al ver que sus manos temblaban, pero, aun así, consiguió encogerse de hombros. De ningún modo le suplicaría.

Su despacho constituía el único refugio del que disponía en aquella superpoblada casa. Al darse la vuelta, un movimiento cerca de la puerta llamó su atención. Se trataba de Lali. Aunque estaba a unos tres metros de distancia, Peter percibió preocupación en su entrecejo fruncido y lástima en sus ojos verdes.

Lali había oído toda la conversación con Emi, y eso a Peter le dolió tanto como haber perdido su sueño.

La cena constituyó una auténtica tortura. Pablo no paró de intentar recuperar la simpatía de Nico, quien no respondió a sus intentos. Mery les dio un apasionado sermón sobre la industria sexual infantil que los dejó a todos deprimidos y con un sentimiento de culpabilidad. Lali apenas habló, Emi parecía preocupada, y Gime estuvo todo el tiempo lanzándole miradas ansiosas a Nico y Lali. Peter no pensaba permitir que Emi viera que lo había vencido, así que se obligó a bromear con Meg, la única persona en la mesa que no parecía desear estar en cualquier otro lugar.

Los helicópteros por fin terminaron su jornada.

Cande les sirvió un empalagoso postre de caramelo. Era tan sustancioso que sólo Lali se acabó su ración tragándosela con una obstinada determinación que Peter no comprendió. Mery, a quien no parecía importarle mucho la comida, se dejó su ración sin siquiera tocarla y, cuando Cande reapareció, le pidió un cuarto de manzana. Su petición debió de cabrear a Lali, porque se levantó de la mesa de golpe y se metió de lleno en su papel de Marianella Rinaldi.

—Ni siquiera son las ocho. Vayamos al salón, tengo un entretenimiento especial para todos.

La sugerencia constituyó una sorpresa para Peter. Malas noticias. Él lo único que quería era desaparecer.

—Yo no pienso jugar a las adivinanzas —advirtió Meg—, ni a ningún otro juego al que juguéis los actores.

Gime y Emi parecían horrorizadas, pero Lali no cedió.

—Tengo en mente algo ligeramente más interesante que esos juegos.

—Espera un momento —intervino Peter, decidido a demostrarle a Emi que no lo había dejado hecho polvo—, me prometiste que no dejarías que nadie te viera bailar desnuda salvo yo.

—Nada de bailes —replicó ella sin perder la calma—. La última vez que me deslicé por la barra me luxé un tendón.

Incluso Nico sonrió, y todas las mujeres salvo Mery se echaron a reír. Sin embargo, Peter tuvo la impresión de que la vida le resultaba demasiado pesada para tomarse nada a la ligera y Pablo enseguida se puso serio para apoyar a su mujer. ¡Qué imbécil!

Mientras los demás recogían la mesa, Mery le pidió a Cande que le preparara otro poleo menta porque el primero no estaba lo bastante caliente. Peter tuvo la impresión de que Mery dirigía sus instintos humanitarios al mundo en general mientras ignoraba a la gente que la atendía en el día a día. Al final, Lali, quien seguía simulando estar muy alegre, los condujo al salón y asignó los asientos. A Peter le hizo sentarse en el sillón que había junto a la chimenea. A Emi, en el sofá que había al lado del sillón de Peter, y a los demás los colocó de una forma que podía tener sentido para ella, pero para nadie más. Peter deseó que su mujer le hubiera consultado antes de proponer su jueguecito de salón.

Entonces entró Agus cargado con un montón de guiones y Peter lo entendió todo.

Lali le entregó a él el primero.

—¡Sorpresa, cariño!

Peter examinó la cubierta. Se trataba del guión de La casa del árbol. ¿Qué creía Lali que estaba haciendo?

—Quizás alguno de vosotros ya hayáis oído que Peter tiene la opción para la realización de La casa del árbol de Sarah Carter.

Más de una cabeza se levantó de golpe para mirarla.

Lali apoyó la mano en el hombro de su esposo.

—Sin embargo, por lo que sé, a Peter nunca le han leído el guión, así que le pedí a Agus que hiciera copias para todos. Con tanto talento junto en la casa, creo que podríamos darle ese gusto al anfitrión, ¿no creéis?

Con tanto talento junto… y Emi Keene sentada a su lado. Lali había lanzado los dados. No quería que él se rindiera, ni siquiera después de oír la conversación con Emi. Lali había preparado una audición especialmente para él.

Entonces se despertó.

Lali no lo estaba haciendo por él, sino para ella misma.

Peter se imaginó qué esperaba Lali conseguir con aquello. Ella sabía que, en cuanto expirara la opción de Peter, Emi no dejaría escapar La casa del árbol, y pretendía utilizar aquella noche como audición privada para abrirse camino hacia el papel de Helene.

Un plan agresivo, pensó Peter con amargura, pero que no funcionaría. Lali no era capaz de interpretar aquel personaje. Lali le hincó los dedos en el hombro.

—Si no te importa, cariño, yo haré de directora de reparto.

Peter tenía que reconocerlo: Lali estaba haciendo exactamente lo que él habría hecho en aquellas circunstancias. Entonces ¿por qué se sentía tan decepcionado?

Porque el estúpido egoísta era él, no ella.

Lali empezó a repartir los guiones.

—Peter, como es lógico, tú leerás el personaje de Danny Grimes. Papá, ¿qué te parece si interpretas a Frank, el padre moribundo de Danny? Pablo, tú harás de Ken, el vecino que abusa de su hija; interpretar al malo constituirá un bonito cambio para ti. Mery, tú leerás el texto de Marcie, la esposa servil de Ken.

El papel más ingrato de todos.

A continuación, Lali le tendió a Gime un ejemplar del guión.

—Gime, saca a tu niña interior e interpreta a Izzy, su hija de cinco años. Y tú, Meg, leerás el papel de Natalie, la enfermera a domicilio de quien Danny está enamorado, pero no te hagas ilusiones.

—Yo no soy actriz.

—Pues finge serlo.

Peter no podía culpar a Lali por intentar conseguir el papel de Helene. Era el tipo de personaje que podía dar un vuelco a la carrera de cualquiera, pero Helene necesitaba una actriz como Mery, quien ya tenía experiencia en personajes de carácter fuerte. Incluso realizando una lectura en frío, Mery estaría fantástica, Lali lo sabía tan bien como él y por eso le había asignado el papel de Marcie.

Lali se sentó en una silla en el otro extremo del salón.

—Agus ha accedido a leer el resto de los personajes masculinos. Yo seré la narradora y me encargaré de los personajes femeninos que sobren.

No se podía decir que el personaje de Helene sobrara. La confusión de Peter se convirtió en un auténtico choque emocional cuando Lali entregó uno de los guiones a Emi.

—Tú nunca puedes divertirte, así que hoy interpretarás a Helene.

—¿Yo?

—Saca tus dotes artísticas —la animó Lali con una sonrisa radiante.

—No creo que las tenga.

—¿Qué más da? Esto es sólo por diversión.

Peter no lograba entenderlo. ¿Por qué se había rajado Lali? Sólo se le ocurría una explicación, y algo parecido al pánico lo invadió: Lali había preparado la audición para él en lugar de para sí misma.

¡Mierda! Él no le había pedido que lo hiciera. Seguramente ella había decidido que Emi se sentiría más implicada en el proyecto si le tocaba leer un papel clave como el de Helene. O, aún más inquietante, quizá quería que él y no ella fuera el centro de la atención. Fuera lo que fuese lo que rondaba por la cabeza de Lali, estaba claro que la pequeña Marianella Rinaldi estaba otra vez revoloteando por ahí y rociando a todos con su maldito polvo de hada.

Peter empezó a sudar. Su mujer era una condenada estúpida. ¿Cuándo se daría cuenta de que tenía que cuidar de sí misma? Si quería cambiar el curso de su carrera debía ir en busca de lo que quería y dejar de lado a todos los demás. Él nunca habría hecho un sacrificio así por ella. Pero a ella no le importaba, porque Lali Esposito era una maldita jugadora de equipo.

Lali cruzó las piernas.

—Peter, antes de empezar, háblanos un poco del guión, ¿quieres? Dales a todos una idea de lo que esperas de ellos.

Él no se había preparado para aquello y se puso nervioso. Si lo estropeaba, no tendría otra oportunidad, pero no conseguía organizar sus ideas.

—Algunos de vosotros… unos cuantos… esto… probablemente habéis leído el libro. Probablemente la mayoría. Ya sabéis que es una… —Se obligó a mantener la compostura—. Es una bonita historia. Y un buen guión, quizás incluso mejor que el libro. —Las palabras empezaron a acudir con más facilidad a su boca—. Como lo que vamos a hacer ahora es una lectura en frío, la haremos sin pretensiones. No intentéis llevar al personaje más allá de lo que consta en el texto. Despojadlo de todo accesorio y leedlo sin más. Primero…

Continuará...

Capítulo 31






Lali lo contemplaba desde el otro extremo del salón. Había empezado de una forma irregular, pero, poco a poco, su entusiasmo salió a la luz. Miró de reojo a Emi, pero resultaba difícil descifrar su expresión.

La idea de leer el guión se le había ocurrido justo después de oír la conversación entre Peter y Emi y de percibir la desesperación que su marido se esforzaba tanto en ocultar. Dos grandes obstáculos se interponían en su camino: su reputación como persona informal y su insistencia en interpretar a Danny Grimes. Ella no podía hacer nada más para cambiar lo primero, pero se le ocurrió que podía conseguirle una oportunidad en relación con lo segundo. No estaba claro si Peter lo lograría o no, pero al menos tendría una oportunidad.

Todos lo escuchaban con atención mientras él describía brevemente cada uno de los personajes. Pedirle a Emi que leyera el papel de Helene en lugar de hacerlo ella misma había resultado doloroso para Lali, pero aquél era el proyecto de Peter y aquélla tenía que ser su audición. Además, en el remoto supuesto de que su plan funcionara, Peter estaría muy en deuda con ella y Lali pretendía asegurarse de que él le pagara esa deuda.

Aun así, una vez más había puesto las necesidades de un hombre por delante de las suyas. Por otro lado, ver la pasión que Peter sentía por aquel proyecto le había permitido vislumbrar su alma. Equivocada o no, aquél parecía el único camino que podía tomar. Ya esperaría a otro día para ser desagradable.

Empezaron a leer el guión y pronto resultó obvio que los motivos ocultos de Lali la habían empujado a cometer algunos errores de reparto graves. Mery no pudo evitar añadir a la lectura una rabia reprimida que no estaba en el guión, con lo que Marcie se convirtió en un personaje mucho más intenso de lo que lo fueron las acartonadas Helene de Emi y Natalie de Meg. Pablo prácticamente se retorcía los bigotes de villano mientras leía el texto de Ken, y Gime resultó muy poco convincente en su papel de niña de cinco años.

Por otro lado, Nico quedó sorprendentemente bien como padre de Danny, aunque no tanto como Peter, quien redujo su personaje a su esencia, de tal modo que todos sintieron el mudo sufrimiento de un hombre erróneamente condenado por uno de los crímenes más atroces de la sociedad; un hombre que intentaba con obstinación no ver cómo se cometía ese mismo crimen en la casa de sus vecinos.

Llegaron a la última página. Danny Grimes estaba de pie junto a la tumba de su padre y Natalie estaba a su lado.



NATALIE: Ha dejado de llover. Al final, hará un buen día.

(Danny coge a Natalie de la mano)

DANNY: Un buen día para construir una casa en un árbol. Pongámonos manos a la obra.



El silencio reinó en el salón. Uno a uno, todos fueron cerrando los guiones.

Peter miró a Lali a los ojos y ella notó que su propia boca esbozaba, poco a poco, una sonrisa. La interpretación de Peter había sido brillante —serena, desesperada, inspirada— y totalmente inesperada. Una vez más, lo había infravalorado.

Al final, Meg rompió el silencio.

—¡Joder, Peter! ¿Alguien más sabe que sabes actuar?

Gime se sonó la nariz.

—Joder.

Gime miró a Nico, quien tenía la mirada perdida.

—Buen trabajo, Peter —declaró Pablo—. Un poco monótono, pero no está mal para una primera lectura…

—Pues yo creo que has estado brillante —declaró Mery con rotundidad—. Has malgastado tu talento en papeles de tres al cuarto.

—Exacto —volvió a intervenir Pablo—. Una actuación realmente interesante.

Lali miró a su ex esposo. Peter y su padre tenían razón, Pablo era como… un bloque gigante de tofu. No tenía sabor propio, sino que adoptaba los sabores de las personas que tenía más cerca.

Gime seguía mirando fijamente a Nico, quien de repente salió de la habitación. Lali tenía miedo de mirar a Emi, hasta que oyó un suspiro largo y cansino.

—Está bien, Peter… Aun sabiendo que cometo un error, vayamos a hablar a algún sitio.

Lali soltó un gritito ahogado, pero Peter, aparte de una leve mueca torcida, sólo exhibió una serena autoconfianza.

—Sí, claro, podemos hablar en mi despacho.

—Vaya, vaya… —comentó Mery cuando ambos desaparecieron.

—Lo mismo digo. —Meg descruzó las piernas y se levantó del suelo—. Estoy deseando contárselo a mi madre.

Pablo tamborileó con los dedos en su muslo, algo que solía hacer cuando no estaba contento. Cande entró en el salón procedente de la cocina, desde donde, sin lugar a dudas, lo había estado escuchando todo, y preguntó si alguien quería más café. Lo que Lali quería era levantarse de un salto y bailar.

Los invitados se retiraron a los dormitorios y, al final, Lali también subió al suyo. Se moría de ganas de saber qué habían hablado Emi y Peter e intentó leer mientras esperaba que él regresara, pero pronto dejó a un lado la lectura. Sus pensamientos se centraron en su ex marido. Desde el inicio de su relación hasta el final de su matrimonio, Lali había permitido que el amor que sentía por él definiera quién era ella. Primero, la novia de Pablo Martínez; después, la mujer de Pablo Martínez; y, por último, la desgraciada ex esposa de Pablo Martínez. Ella se había convertido en la esclava emocional de un famoso, talentoso y engañoso, aunque no totalmente podrido, pedazo de tofu.

Peter entró disparado por la puerta y se lanzó de cabeza a la cama. Apartó la sábana y besó a Lali hasta que le hizo perder la cabeza.

—Supongo… —murmuró ella casi sin aliento— que me estás demostrando tu gratitud.

—Así es. —Sonrió ampliamente y rozó las sienes de Lali con los pulgares—. Gracias, Mariana. Lo digo en serio. —Deslizó la mano por debajo de la camiseta de tirantes de Lali y le pellizcó el pezón—. Pero no vuelvas a hacer nada parecido sin advertirme antes. He estado a punto de sufrir un infarto.

Ella decidió que podía esperar a oír los detalles de la reunión con Emi y arqueó el cuerpo contra la mano de Peter.

—De nada. Ahora demuéstrame lo agradecido que estás.

Y eso fue, exactamente, lo que hizo él.





A la mañana siguiente, Peter estaba más contento de lo que Lali lo había visto nunca. Sus ojos chispeaban y el afilado contorno de su boca se había suavizado. Emi había accedido a producir La casa del árbol por medio de Siracca Productions, una subsidiaria de Vortex que producía películas de bajo presupuesto, de las denominadas «independientes». Por fin Peter tenía lo que quería. Lali experimentó una breve oleada de envidia. Últimamente, sentía más entusiasmo creativo grabando a Cande del que había experimentado nunca realizando su verdadero trabajo. Entonces se acordó de Helene.

Aquella tarde, el Departamento de Salud levantaba la cuarentena, pues los análisis de sangre de las ayudantes de Mery determinaron que padecían un virus, no SARS. Las dos mujeres todavía se sentían débiles, pero estaban mejorando. Cuando los invitados estuvieron listos para irse, tres helicópteros sobrevolaban la casa y una marabunta de medios de comunicación esperaba en la calle. Emi se fue por la puerta del jardín, pero el resto de invitados esperó a que la policía llegara y despejara el camino.

Ahora que los sueños de Peter se estaban convirtiendo en realidad, Lali tenía que dar el paso siguiente para hacer realidad los suyos. Salió al jardín en busca de Gime. Mientras bajaba los escalones del porche, Gime se aproximaba procedente de la casa de invitados. El fino pelo de Gime se balanceaba de un lado a otro alrededor de sus suaves y bonitas facciones. No parecía lo bastante dura para ser una agente y quizá no lo era. Lali se humedeció los labios.

—Quiero que canceles la reunión de mañana con Rich Greenberg.

Gime se detuvo de golpe y sus ojos castaños se abrieron alarmados.

—No puedo hacerlo, Lali. No tienes ni idea de lo que me ha costado conseguir esa cita. Rich ni siquiera había pensado en ti para ese papel hasta que yo se lo sugerí, pero ahora está considerando en serio esa posibilidad.

—Lo comprendo, pero deberías habérmelo consultado antes. No pienso actuar en esa película.

—Rich tiene unas ideas fantásticas. Al menos, deberías escucharlo.

—Sería una pérdida de tiempo para él. Yo misma le telefonearé para disculparme.

Gime tiró de su collar. Sus profundas ojeras indicaban que no había dormido bien aquellos días.

—Tu padre está… Bueno, está totalmente convencido de que éste es el mejor proyecto para ti.

—Me aseguraré de que comprenda que la decisión la he tomado yo.

Gime no parecía muy convencida.

—No puedo hacerlo —dijo Lali—. La última película que protagonicé… Lo único que hice fue cumplir con las formalidades.

—No digas eso. Tú eres una actriz fenomenal.

—Así habla una verdadera agente. —Lali sabía lo que tenía que hacer. Precisamente Peter se lo había enseñado—. No creo que nadie deba vivir la vida simplemente cumpliendo con las formalidades. Yo quiero sacar más de mí misma.

—Lo entiendo, pero…

—Quiero interpretar a Helene en La casa del árbol.

Gime parpadeó.

—¡Uau! Ésa no la había visto venir. Ése es un papel totalmente distinto. ¿Peter está… de acuerdo?

—Me debe una audición y yo sé que puedo hacerlo. Es un papel que me emociona y voy a hacer todo lo que esté en mi mano para conseguirlo.

—Como es lógico, tienes mi apoyo, pero…

—Será mejor que entremos.

Lali apretó la muñeca de Gime como muestra de lo que sentía y la condujo al interior.

La policía ya estaba en la entrada de la finca y Peter se reunió con Lali en el vestíbulo para despedir a los invitados. Agus apareció con una libreta y les pidió a Pablo y Mery sus autógrafos.

—¿Os importa firmar aquí para Cande? —Le entregó a Mery la libreta y un bolígrafo—. Y quizá podríais escribir alguna cosa, como que os ha gustado su comida o algo parecido. A ella le da vergüenza pedíroslo.

Mery lo miró con perplejidad.

—Es el ama de llaves —explicó Lali—. La chica que nos ha preparado la comida durante el fin de semana.

—¡Ah, sí…!

Peter resopló.

Mery firmó en la libreta e, impaciente por irse, dio unos golpecitos en el suelo con el pie. Pablo se demoró, pues todavía esperaba conseguir el perdón de Lali. Las heridas que le había infligido volvieron a cruzar por la mente de Lali, pero ya las había revivido demasiadas veces y aquella historia empezaba a aburrirla. Pensó en todas las cosas que podía decirle para herirlo, pero eso también le pareció aburrido.

Lali lo miró con los ojos entornados.

—Quedas absuelto, Pablo. Ve y no vuelvas a pecar.

Peter apoyó la mano en el trasero de Lali y se lo acarició.

—¿Lo dices en serio? —preguntó Pablo—. ¿Me has perdonado?

—¿Por qué no? Resulta difícil guardar rencor por algo que ya no te importa. Además, tú ya tienes bastantes problemas.

—¿Qué quieres decir?

Lo que Lali quería decir era que Mery nunca miraba a Pablo como él la miraba a ella, con una adoración a toda prueba. Probablemente, Mery lo quería a su manera, pero no tanto como él la quería a ella, lo que no presagiaba nada bueno para alguien con tantas inseguridades como su ex marido.

La venganza llegaba en formas extrañas, pero ella sólo le dijo:

—Cambiar el mundo no es nada fácil, pero vosotros parecéis hechos para ese fin.

Lali le había dado lo que él quería, pero Pablo no parecía totalmente feliz. En cierto sentido, le gustaba que ella sufriera —sólo un poquito— y no estaba preparado para que eso cambiara. Lali sonrió y se agarró del brazo de Peter. Pablo frunció el ceño y Mery, ajena a todo lo que sucedía, miró su reloj.

Cuando por fin se fueron, Peter rio levemente junto a la oreja de Lali.

—Impresionante. ¿Desde cuándo eres tan madura?

—Seguro que ha sido gracias a tu influencia —contestó ella con sequedad, aunque en cierto sentido era cierto.

La vida, pensó, transcurría demasiado deprisa para perder el tiempo torturándose por heridas que se habían cerrado cuando ella no les prestaba atención.

Meg anunció que regresaba a la casa de sus padres por una temporada.

—Ahora que sé que Peter no te pega, os dejaré solos. —Entonces le lanzó a Peter su versión de la mirada de gánster de su padre—. Pero no creas que no te tendré vigilado.

Al final, sólo quedó Nico.

—He hecho un esbozo de una declaración para la prensa y os sugiero que la hagáis pública lo antes posible.

Lali se enojó, pero Peter intervino.

—¿Y qué se supone que decimos en esa declaración?

—Exactamente lo que vosotros mismos diríais. —Nico le entregó el papel—. Que estáis muy contentos de que las dos mujeres hospitalizadas se encuentren mejor… Que el pasado pasado está… Que apoyáis totalmente las buenas obras que Mery y Pablo están haciendo, etcétera, etcétera.

—¡Quién iba a decir que somos tan civilizados! —exclamó Lali.

Peter asintió con la cabeza.

—A mí me parece bien. Agus puede ocuparse de hacerla llegar a la prensa.

Peter le entregó la nota a Lali y se dirigió a su despacho con el aire desenfadado de quien acaba de ganar la lotería.

—¿Qué vas a hacer esta tarde? —le preguntó Nico a su hija.

A ella le aterraba contarle que había cancelado la reunión con Greenberg.

—Tengo toneladas de papeleo atrasado.

—Hazlo más tarde. Los helicópteros se han ido. ¿Qué tal si vamos a nadar un rato?

—¿A nadar?

—He visto varios bañadores de hombre en la casa de invitados. Nos vemos en la piscina.

Nico se fue sin esperar su respuesta. ¡Qué típico! Lali subió con rabia las escaleras, se puso con toda la calma del mundo un bikini amarillo y se enrolló una toalla de playa alrededor de la cintura. Ya había soportado bastante tensión durante los días pasados y no quería provocar lo que, sin duda, sería una escena desagradable.

Curiosamente, su padre la esperaba en medio de la piscina. Él siempre nadaba para hacer ejercicio, no como diversión, y resultaba extraño verlo allí inmóvil. Ella dejó caer la toalla, se sentó en el bordillo, cerca de la escalerilla, y metió los pies en el agua.

—Tengo que contarte algo acerca de la reunión de mañana. He hablado con Gime y…

—Nademos.

A Nico le encantaba hablar de trabajo, sobre todo si la conversación giraba en torno a próximas reuniones con productores o directores. Podía hablar interminablemente sobre la imagen que Lali debía dar y lo que tenía que decir. Ella lo observó con curiosidad, intentando deducir por qué estaba actuando de una forma tan extraña.

—El agua está perfecta —informó él.

—Está… bien.

Lali se sumergió en la piscina.

Nico enseguida se dirigió hacia la parte honda. Cuando inició la vuelta, Lali empezó a nadar.

Siguieron así durante un rato, los dos nadando en direcciones opuestas y sin hablar. Cuando ella ya no lo pudo aguantar más, se puso de pie.

—Papá, sé que la reunión con Greenberg significa mucho para ti, pero…

Él dejó de nadar.

—No siempre tenemos que hablar de trabajo. ¿Por qué no nos relajamos un poco?

Lali lo miró intrigada.

—¿Te pasa algo?

—No. No me pasa nada.

Pero él no la miraba a los ojos, y parecía sentirse incómodo. Quizá Lali había visto muchas películas, porque empezó a preguntarse si su padre tenía alguna enfermedad terminal, o había decidido casarse con una de las mujeres con las que salía, ninguna de las cuales le caía bien a Lali. Aun así, se sentía agradecida de que su padre saliera con mujeres de su edad en lugar de con jóvenes veinteañeras, a las que todavía atraía.

—Papá, ¿estás…?

De repente, una ola le salpicó en plena cara. Lali levantó las manos, pero no antes de que Nico echara su brazo atrás y la salpicara otra vez. El agua le inundó la nariz y los ojos le escocieron. Lali escupió y se atragantó.

—¿Qué estás haciendo?

Nico bajó el brazo. Su cara estaba colorada y, si no lo conociera mejor, ella habría dicho que de vergüenza.

—Sólo estaba… divirtiéndome un poco.

Lali tosió y al final recuperó el aliento.

—¡Pues para ya!

Él retrocedió.

—Lo siento. Creía…

—¿Estás enfermo? ¿Qué te pasa?

Nico nadó hasta la escalera.

—No estoy enfermo. Hablaremos más tarde.

Cogió su toalla y se dirigió deprisa hacia la casa. Lali contempló cómo se alejaba mientras intentaba adivinar qué había pasado.


Continuará...

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Lo siento pero cuando llegaron a las 5 firmas yo ya estaba dormida... es una mierda esto de ser de España, por eso hoy les subo mas temprano para que les de mas tiempo a firmar antes de que me vaya que será a las 22h de España!!

Por cierto,,, quedan 10 capítulos de la novela y como seguro que la terminamos antes de que me vaya el 15 de agosto si queda tiempo subiré una novela corta que tengo, vosotras decidis.

Besos y abrazos ♥

@getcrazywithlip

5 comentarios:

  1. Aaaaaaaay me encantó!
    Una genia Lali ayudando a Peter con el guión!Y me encantó la manera de agradecerle de él!
    Quiero que estos dos avancen un poquito!
    Espero los siguientes!!

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  2. Más!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  3. Me muueroooo...es Geniaaal esta noooveee...la amoooo..lo que es por favooor..no aguantoo maas para leer elr prox cap..ya quieroo maas..@pl_mialma

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  4. Naaaah quiero leer más!
    Dale subiii!

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