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miércoles, 10 de julio de 2013

Capítulo 7





—¿Qué quieres decir con que has tenido que volver a Chicago? —susurró Lali en su móvil seis días más tarde.

Estaba sentada a una mesa del restaurante Le Cirque, en el Bellagio, donde se suponía que tenía que encontrarse con Sasha para iniciar su fin de semana en Las Vegas.

En lugar de hablar con su habitual sarcasmo, Sasha parecía agobiada.

—Te he dejado tres mensajes. ¿Por qué no me devolviste las llamadas?

Porque, de forma accidental, Lali se había dejado el móvil en la maleta y no lo había sacado de allí hasta que se dirigió al restaurante.

—Se produjo un incendio en el almacén —explicó Sasha—. Tuve que volver enseguida.

—¿Está todo el mundo bien?

—Sí, pero ha habido muchos daños. Lali, sé que la escapada a Las Vegas era idea mía. Nunca te habría dejado plantada de esta manera si…

—¡No seas tonta! Estaré bien. —Sasha tenía sangre fría en las situaciones de crisis, pero no era tan dura como quería aparentar—. Cuídate y llámame cuando sepas algo más. ¡Prométemelo!

—Lo prometo.

Después de colgar, Lali echó un vistazo al comedor de techo entoldado con telas de seda y con vistas al lago Bellagio. Varios comensales la miraban abiertamente y Lali se dio cuenta de que volvía a estar sola en una mesa para dos. Dejó un billete de cien dólares junto a su copa de agua y entró en el casino a través de una puerta con estrellas incrustadas. Pasó junto a las máquinas tragaperras manteniendo la cabeza baja.

—¡Es evidente que me estás siguiendo!

Lali se dio la vuelta de golpe y vio a Peter Lanzani junto a la puerta del Circo, el restaurante gemelo del que ella acababa de salir. Como era de esperar, estaba guapísimo con sus vaqueros y una camisa de rayas finas y puños blancos, una mezcla de informal y elegante que debería haber quedado horrible, pero que no era así. La iluminación del casino convertía el color lavanda de sus ojos en mercurio. Era como una de las Siete Maravillas del Mundo, salvo por el hecho de que estaba deteriorada por demasiada lluvia ácida.

—Esto no puede ser casualidad —dijo Lali.

—Pues lo es.

—¡Sí, claro!

Lali caminó deprisa, intentando alejarse de Peter antes de que alguien los viera, pero él se puso a su lado.

—He conseguido un extra.

—No me importa. Lárgate.

—Era una fiesta de empresa. Me han pagado veinticinco mil dólares por pasar dos horas en la fiesta de una empresa confraternizando con los invitados.

—Eso no es exactamente un extra.

—Es un extra para mí.

—Ya lo imagino.

Ella conocía a una docena de famosos por la cara que se ganaban la vida de esa forma, aunque ninguno de ellos lo admitía.

Lali aceleró el paso, pero era demasiado tarde. Ya habían llamado la atención de varias personas, lo que no constituía ninguna sorpresa, pues la cita para comer del fin de semana anterior había aparecido en toda la prensa sensacionalista. Lo que ella quería era una publicidad positiva que pudiera controlar, pero no había nada de positivo o controlable en Peter Lanzani.

Pasaron junto a un bar circular donde una banda de rock versionaba, mecánicamente, canciones del grupo Nickelback. Ya no podía escapar, así que estampó una sonrisa en su cara. Había llegado la hora de que Peter supiera que sus días de incauta habían quedado atrás.

—Déjame adivinar… —dijo mientras paseaban entre las máquinas tragaperras—. Te diriges al dormitorio de la tercera esposa de un anciano jefe de la empresa. Ella te pagará por unos servicios extra.

—¿Quieres venir? Imagina cuánto nos soltaría por montárselo con los dos.

—Gracias por pensar en mí, pero a diferencia de ti, yo todavía soy asquerosamente rica, así que no me veo obligada a venderme.

—¿A quién pretendes engañar? Te vi en Gente guapa. Tuviste que venderte para hacer ese fiasco.

Ella había intentado convencer a su padre de que aquella película era un error, pero él no quiso escucharla. El fracaso estaba empezando a pegarse a ella como un perfume barato.

—Deberías demandar al encargado del vestuario de esa película. —Peter le guiñó el ojo a una guapa crupier asiática de blackjack—. Habría sido mejor que realizaran tomas de tus piernas en lugar de tus pechos.

—Ya que estás resaltando mis defectos, no te olvides de mis ojos saltones, mi boca de buzón y…

—Tus ojos no son saltones. Y la boca de buzón de Julia Roberts no se puede decir que le haya perjudicado.

Pero Lali no era Julia Roberts.

Peter la miró de arriba abajo. Ella era alta, pero él la sobrepasaba en media cabeza.

—Por cierto, esta noche estás muy guapa. Casi no se nota lo esquelética que estás. April debe de seguir siendo tu estilista.

—Así es.

Aunque aquel vestido recto con cuello de pico y estampado con salpicaduras blancas y negras al estilo del pintor Jackson Pollock lo había elegido ella misma. El vestido caía recto desde los hombros y un cinturón de piel negro a la altura de las caderas le daba un aire a los años veinte. Lali se había peinado con mechones marcados y escalados alrededor de la cara y se había puesto dos pulseras anchas de aro.

Peter le dio un repaso con la mirada a una rubia de piernas largas que lo observaba sin recato.

—Entonces dime… ¿la cacería sigue en activo o ya has encontrado a un tío lo bastante estúpido como para casarse contigo?

—He encontrado docenas de tíos. Por suerte, recuperé el juicio a tiempo. Es increíble lo que una pequeña terapia de electroshock puede hacer por ti. Deberías probarlo.

Peter le pasó la mano por los omóplatos.

—Debo reconocer una cosa, Mar. Sigues siendo única meciéndote en situaciones embarazosas. Tropezarme con tu tierna escena con Gas ha sido lo mejor que me ha pasado en meses.

—Lo cual demuestra lo triste y limitada que es tu pobre vida.

Habían llegado al abarrotado vestíbulo. El llamativo y alegre techo de flores de vidrio diseñado por Dale Chihuly no combinaba bien con el resto de la decoración, pero, aun así, era bonito. La gente enseguida empezó a murmurar y clavó los ojos en ellos. Lali esbozó su mejor sonrisa. Una mujer levantó su móvil para sacarles una fotografía. Estupendo. Aquello era estupendo.

—Salgamos de aquí.

Peter la cogió del brazo y la condujo a través de la multitud. Lo siguiente que ella supo es que estaban en un ascensor que olía al perfume con aroma a nardo de Jo Malone. Él introdujo una tarjeta en una rendija del panel de mandos y pulsó el botón de una planta. Las imágenes de ambos se reflejaban en las paredes de espejo. Thiago y Marianella ya crecidos. Durante una décima de segundo, Lali se preguntó quién estaba cuidando de los gemelos mientras mamá y papá habían salido a pasar la noche fuera.

El ascensor empezó a moverse. Lali alargó el brazo más allá de Peter y pulsó el botón de la planta 30.

—Ni siquiera son las once —declaró él—. Divirtámonos un poco antes de ir a dormir.

—Buena idea, iré a buscar mi pistola de descarga eléctrica.

—Tú, tan arisca como siempre. El envoltorio es resplandeciente, Lali, pero no hay ningún regalo en el interior. Me apuesto cualquier cosa a que ni siquiera dejaste que Pablo el Perdedor te viera nunca desnuda.

Ella se llevó las manos a las mejillas.

—¿Se suponía que tenía que desnudarme? ¿Por qué nadie me lo dijo?

Peter apoyó el hombro contra la pared del ascensor, cruzó los tobillos y le lanzó su experta mirada de seductor.

—¿Sabes lo que me gustaría? Me gustaría haber follado con Mery cuando tuve la oportunidad. Esa mujer es puro sexo.

Su comentario debería haberla destrozado, pero se trataba de Peter, así que sus instintos de pelea se impusieron.

—Tú nunca tuviste una oportunidad con Santa Mery. Ella elige a sus parejas de la lista de actores más cotizados y la última película de Pablo obtuvo unos beneficios brutos de ochenta y siete millones.

—¡Afortunado bastardo! Pero es un actor de mierda.

—¡A diferencia de ti y tu increíble récord de taquilla! Aunque tengo que admitir que… tienes buen aspecto. —Dio unas palmaditas a su bolso—. No dejes que me vaya sin darme el nombre de tu fabuloso cirujano plástico.

Peter descruzó los tobillos.

—Mery me telefoneó hace unos años, pero yo estaba tan colocado que no le devolví la llamada. Ésa es la verdadera forma en que las drogas te joden el cerebro, pero nadie advierte a los jóvenes sobre esa mierda.

Las puertas se abrieron en la planta 28. Peter cogió a Lali por el codo.

—Hora de divertirse. Vamos.

—No vamos.

Él la arrastró fuera del ascensor.

—Vamos, me estoy aburriendo.

—No es mi problema.

Lali intentó clavar los tacones en la gruesa alfombra que se extendía a lo largo del amplio pasillo, pero Peter la agarró con más fuerza.

—Debes de haber olvidado lo que por casualidad oí en la casa de Gas, si no, te habrías dado cuenta de que, básicamente, eres mi esclava.

Él había jugado demasiadas veces al ratón y al gato con ella para que Lali no se diera cuenta de adónde llevaba aquello, y no le gustaba.

Peter tiró de ella y doblaron un recodo del pasillo.

—¿Tienes idea de cuánta pasta conseguiría si vendiera la historia de la triste y desesperada Lali Esposito suplicándole a un hombre que se casara con ella?

—Ni siquiera tú eres capaz de hacer algo así.

Aunque lo cierto es que sí lo era.

—Supongo que dependerá de lo buena esclava que seas. Espero que lleves puesta una ropa interior sexy, porque tengo ganas de ver un striptease.

—Te haré el favor de realizar algunas llamadas. Hay muchas chicas desesperadas en Las Vegas.

Peter llamó a una puerta con los nudillos.

—Sólo lo reconoceré ante ti, Mar, pero estoy bastante borracho por todos los martinis que he tenido que beber y, como quiero estar sobrio para tu striptease, durante el resto de la noche sólo beberé tónica.

No parecía borracho pero, por experiencia, ella sabía que Peter podía consumir grandes cantidades de alcohol sin arrastrar una sola sílaba. Probablemente le estaba tomando el pelo con lo del striptease, pero eso no significaba que no hubiera tramado algo igual de malévolo para sacar provecho de su chantaje. Lali podía tener en sus manos un gran problema y tenía que averiguar cómo solucionarlo lo más rápido posible.

La puerta se abrió y Peter la empujó al interior de una espaciosa suite toda de mármol, tonos dorados y flores naturales, y en la que había varias mujeres muy guapas y muy jóvenes apenas superadas en número por algunos hombres. A juzgar por su estatura, la mayoría de ellos debían de ser jugadores de baloncesto, salvo un par de aspecto baboso que, vestidos con trajes caros y relojes de lujo, estaban en un rincón con expresión ansiosa.

—¡Es Marianella! —Uno de los jugadores de baloncesto se levantó y sonrió ampliamente mostrando un par de dientes de oro—. ¡Maldita sea, chica, qué guapa estás! Ven a tomar una copa con nosotros.

—Tu amantísimo público. —Peter describió un arco con la mano y, a continuación, se dirigió al bar de la suite, que era donde estaban sentadas las mujeres.

Como Lali sólo tenía una habitación de hotel vacía esperándola y allí había un montón de mujeres que mantendrían ocupado a Peter, decidió que podía quedarse un rato tranquilamente. Además, de ningún modo permitiría que Peter la viera salir huyendo. Pronto se enteró de que la mayoría de los hombres de la habitación eran jugadores de los Knicks. El que la había reconocido resultó ser un memo, pero uno de sus compañeros de equipo era encantador. Kerry Cleveland llevaba unas rastas muy sexys, tenía unas pestañas negras y largas y un entusiasmo contagioso. A mitad de su primer martini, Lali empezó a divertirse. No tenía que preocuparse por cámaras que la fotografiaran y Peter estaba demasiado entretenido con las jovencitas que lo rodeaban como para molestarla.

Cerca de las dos de la madrugada, el grupo se trasladó a una sala de juego privada, donde Kerry le enseñó a jugar a los dados. Por primera vez en meses se estaba divirtiendo. Acababa de realizar una apuesta cuando Peter apareció a su lado.

—¿Eres consciente de que esas fichas son de quinientos dólares?

—Sí, y no me importa. Eres un neurótico.

—Yo no creo que seas un neurótico, Peter.

Una pelirroja de aspecto explosivo y voz de fumadora intentó rodearlo con los brazos, pero Peter se desembarazó de ella y anunció que él también iba a jugar.

Cuando a Lali le llegó el turno de tirar los dados, Peter colocó sus fichas en la Línea de No Pase. Lali lanzó los dados. Obtuvo una puntuación ganadora de seis y cinco y se oyó una ovación. Sólo Peter había apostado en contra de ella.

—Lástima —murmuró Lali—. Sé que andas justo de dinero, pero he oído decir que los hombres que se prostituyen pueden ganar una fortuna… si consiguen los clientes adecuados.

—Tú siempre preocupándote por mí.

—Para eso están los amigos.

La pelirroja seguía intentando captar la atención de Peter y él seguía ignorándola. Al final, ella desapareció, pero regresó enseguida con dos martinis. Puso uno en la mano de Peter y, cuando se estaba llevando el otro a los labios, él se lo quitó y se lo tendió a Lali.

—Quizás esto te suelte un poco.

La pelirroja parecía tan deshecha por su rechazo que, si no hubiera sido tan pesada, Lali la habría compadecido. Peter lanzó los dados y sacó un siete. De momento, ni ganaba ni perdía dinero, mientras que Lali iba perdiendo unos miles de dólares, pero a ella no le importaba. Aquello era divertido. Bebió un sorbo de martini y animó a Kerry cuando le llegó el turno de jugar.

El tiempo pasó y el mundo empezó a girar en un calidoscopio de colores. Los dados chocaban contra el borde de la mesa. La raqueta barría el fieltro verde. Las fichas entrechocaban. De repente, todo era hermoso, incluso Peter Lanzani. Hubo un tiempo en el que juntos crearon magia en la pequeña pantalla. Eso tenía que contar para algo. Lali apoyó la mejilla en el hombro de Peter.

—Ya no te odio.

Él le rodeó los hombros con un brazo y su voz sonó tan feliz como ella se sentía.

—Yo tampoco te odio.

Transcurrió otro hermoso minuto y, entonces, sin razón aparente, Peter se separó de ella y se alejó. Lali quiso protestar, pero se sentía demasiado bien para hacerlo.

Con el rabillo del ojo vio que Peter se acercaba a la pelirroja. Parecía enfadado. ¿Cómo podía estar de mal humor en una noche tan hermosa como aquella?

Los dados rodaron una y otra vez. Peter volvió a aparecer al lado de Lali.

—Tenemos que salir de aquí.

Eso era lo último que ella recordaba. Hasta la tarde del día siguiente, cuando cometió el error de despertarse.

Continuará...

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Si te gusta el capítulo y como avanza la novela deja un comentario no cuesta NADA!!
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Besos y abrazos ♥
@getcrazywithlip

2 comentarios:

  1. Holaaa hermosaa..me encantaa tu noovee..cm subo el prox cap de mi nove en mi blog recomiendo la tuya..besooos:-) @pl_mialma

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  2. Uau me encanto, que habra pasado
    Sigue subiendo pliss a mi me encanta
    Beso

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